miércoles, 13 de marzo de 2024

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 73

LECCIÓN 73

Mi voluntad es que haya luz.


1. Hoy vamos a examinar la voluntad que compartes con Dios. 2Dicha voluntad no es lo mismo que los vanos deseos del ego, de los cuales emanan las tinieblas y la nada. 3La voluntad que com­partes con Dios encierra dentro de sí todo el poder de la creación. 4Los vanos deseos del ego no se pueden compartir y, por lo tanto, no tienen poder alguno. 5Sus deseos no son infructuosos en el sentido de que pueden dar lugar a un mundo de ilusiones en el cual puedes llegar a creer ciegamente. 6Desde el punto de vista de la creación, no obstante, son ciertamente infructuosos, pues no dan lugar a nada que sea real.

2. Los vanos deseos y los resentimientos son socios o co-fabrican­tes del mundo tal como lo ves. 2Los deseos del ego dieron lugar al mundo, y la necesidad del ego de abrigar resentimientos -los cuales son indispensables para sustentar este mundo- lo pue­blan de figuras que parecen atacarte y hacer que tus juicios estén "justificados". 3Estas figuras se convierten en los intermediarios que el ego emplea en el tráfico de resentimientos. 4Se interponen entre tu conciencia y la realidad de tus hermanos. 5Al contemplar dichas figuras, no puedes conocer a tus hermanos ni a tu Ser.

3. Pierdes conciencia de tu voluntad en esta extraña transacción en la que la culpabilidad se trueca una y otra vez, y los resenti­mientos aumentan con cada intercambio. 2¿Cómo iba a haber podido crear la Voluntad que el Hijo de Dios comparte con su Padre semejante mundo? 3¿Acaso creó Dios desastres para Su Hijo? 4La creación es la Voluntad conjunta de Ambos. 5¿Cómo iba Dios a crear un mundo que pudiese destruirlo a Él?

4. Hoy trataremos una vez más de ponernos en contacto con el mundo que está acorde con tu voluntad. 2La luz está en él porque no se opone a la Voluntad de Dios. 3No es el Cielo, pero la luz del Cielo resplandece sobre él. 4Las tinieblas han desaparecido, al igual que los vanos deseos del ego. 5Sin embargo, la luz que res­plandece sobre dicho mundo es un reflejo de tu voluntad. 6Por lo tanto, es dentro de ti donde la buscaremos.

5. Tu imagen del mundo tan sólo puede reflejar lo que está dentro de ti. 2Ni la fuente de la luz ni la de la oscuridad pueden encon­trarse fuera de ti. 3Tus resentimientos nublan tu mente, y, como consecuencia de ello, contemplas un mundo tenebroso. 4El perdón despeja las tinieblas, reafirma tu voluntad y te permite contem­plar un mundo de luz. 5Hemos subrayado repetidas veces que es fácil salvar la barrera de los resentimientos, y que ésta no puede interponerse entre tu salvación y tú. 6La razón es muy simple. 7¿Quieres realmente estar en el infierno? 8¿Quieres realmente gemir, sufrir y morir?

6. Olvídate de los argumentos del ego que tratan de probar que todo eso es realmente el Cielo. 2Tú bien sabes que no lo es. 3Eso no puede ser lo que tú deseas para ti mismo. 4Hay un punto más allá del cual las ilusiones no pueden pasar. 5El sufrimiento no es felicidad, y la felicidad es lo que realmente deseas. 6Eso es lo que en verdad es tu voluntad. 7Y por ende, la salvación es asimismo tu voluntad. 8Tú quieres tener éxito en lo que nos proponemos hacer hoy. 9Así que lo emprendemos con tu bendición y grata conformidad.

7. Tendremos éxito hoy si recuerdas que lo que quieres para ti es la salvación. 2Quieres aceptar el plan de Dios porque eres parte integrante de él. 3No tienes ninguna voluntad que realmente se pueda oponer a ese plan, ni tampoco es ése tu deseo. 4La salva­ción es para ti. 5Por encima de todo, quieres tener la libertad de recordar quién eres realmente. 6Hoy es el ego el que se encuentra impotente ante tu voluntad. 7Tu voluntad es libre, y nada puede prevalecer contra ella.

8. Abordaremos los ejercicios de hoy, por lo tanto, con entusiasmo y confianza, seguros de que encontraremos lo que es tu voluntad encontrar y de que recordaremos lo que es tu voluntad recordar. 2Ningún deseo vano puede detenernos ni engañarnos con ilusio­nes de fuerza. 3Deja que hoy se haga tu voluntad, y pon fin de una vez por todas a la absurda creencia de que prefieres el infierno al Cielo.

9. Comenzaremos nuestras sesiones de práctica más largas reco­nociendo que el plan de Dios para la salvación, y sólo el Suyo, es el que está en completo acuerdo con tu voluntad. 2No es el propó­sito de un poder extraño que se te impone en contra de tu volun­tad. 3Es el único propósito aquí con el que tú y tu Padre estáis perfectamente de acuerdo. 4Triunfarás hoy: la hora señalada para la emancipación del Hijo de Dios del infierno y de todos los deseos vanos. 5Su voluntad queda ahora reinstaurada en su con­ciencia. 6Él está dispuesto hoy mismo a contemplar la luz que mora en él y a salvarse.

10. Después que te hayas recordado esto a ti mismo y hayas resuel­to mantener tu voluntad claramente en tu mente, repite para tus adentros estas palabras con templada determinación y tranquila certeza:

2Mi voluntad es que haya luz.
3Quiero contemplar la luz que refleja la Voluntad de Dios y la mía.

4Deja entonces que tu voluntad se afirme a sí misma, unida al poder de Dios y en unión con tu Ser. 5Pon el resto de la sesión de práctica bajo Su dirección. 6Únete a Ellos que te señalan el camino.

11. En las sesiones de práctica más cortas, declara nuevamente lo que realmente deseas. 2Di:

3Mi voluntad es que haya luz. 4La oscuridad no es mi voluntad.

5Debes repetir esto varias veces por hora. 6Es de suma importan­cia, no obstante, que apliques esta idea de inmediato si te sientes tentado de abrigar cualquier clase de resentimiento. 7Esto te ayu­dará a desprenderte de todos ellos en lugar de seguir abrigándo­los y ocultándolos en la oscuridad.


¿Qué me enseña esta lección? 

Mi máximo anhelo es hacer la Voluntad del Padre. Con ello, expreso un estado de ser consciente de que soy Hijo de la Luz, una expresión expansiva de Dios. Soy y reconozco en mí esa Esencia Divina y como tal me pongo conscientemente a sus servicios. 

Mi única Voluntad es que haya Luz, que el principio inteligible reine en el sueño que estamos soñando, e ilumine ese mundo oscuro e ilusorio disipando sus horrendas sombras. 


Expresar la Luz es manifestar la Unidad, el Amor, la percepción verdadera. 

Expresar la Luz es llevar el perdón allí donde habíamos puesto el resentimiento y el miedo. 

Hoy expreso mi Voluntad de que haya Luz. Hoy expreso mi Voluntad de compartir la Luz con mis hermanos. 

Si hemos sido creados por Dios, podemos afirmar que somos Hijo de su Voluntad, y si esto es así, ¿cómo podemos actuar en contra de su Voluntad? Actuar de este modo, es decir, no hacer su Voluntad, sería negar lo que realmente somos y eso es precisamente el fundamento del ego. 

Un Curso de Milagros nos dice a este respecto: "Crees que hacer lo opuesto a la Volun­tad de Dios va a ser más beneficioso para ti. Crees también que es posible hacer lo opuesto a la Voluntad de Dios. Por lo tanto, crees que tienes ante ti una elección imposible, la cual es a la vez temi­ble y deseable" (T-7.X.4:3-5). 

“Cuando hayamos aprendido que nuestra voluntad es la de Dios, nuestra volun­tad no dispondrá estar sin Él, tal como Su Voluntad no dispone estar sin nosotros. Esto es libertad y esto es dicha. Si nos negamos esto a nosotros mismos, le estaremos negando a Dios Su Reino, pues para eso fue para lo que Él nos creó” (T-8.II.6:4-6). 

Jesús nos dice a través del Texto, "tu voluntad, es tan libre como la mía, y ni siquiera Dios Mismo se opondría a ella. Yo no puedo disponer lo que Dios no dis­pone. Puedo ofrecerte mi fuerza para hacer que la tuya sea invencible, pero no puedo oponerme a tu decisión sin rivalizar con ella y, consecuentemente, sin violar lo que la Voluntad de Dios ha dispuesto para ti" (T-8.IV.5:12-14). 

Jesús unió su voluntad a la del Creador y ello le permitió recordar al espíritu y su verdadero propósito. Él, no puede hacer esa labor por nosotros, pero sí puede borrar todas las percepciones falsas de nuestra mente si se las ofrecemos, dicho de otro modo, Él no puede elegir por nosotros, pero sí puede ayudarnos a elegir correctamente. 

 

Ejemplo-Guía: "Si mi voluntad es hacer la Voluntad de Dios, ¿por qué estoy triste?"

¿No estaremos confundiendo la voluntad con el deseo?

La voluntad es el Principio Primigenio del Creador. Su Obra es un acto de Su Voluntad y, Su Obra, es la Filiación a la que pertenecemos. Por lo tanto, la voluntad, al igual que la verdad, está exenta de ilusiones. El mundo que hemos inventado, que hemos fabricado responde al impulso del deseo, y aunque la voluntad se encuentra en cada uno de nosotros, pues Dios la ubicó en nuestra mente, se encuentra dormida. Dios Mismo mantiene nuestra voluntad viva al transmitirla desde Su Mente a la nuestra mientras perdure el tiempo. El milagro mismo es un reflejo de esta unión de voluntades entre Padre e Hijo. 

Al elegir el deseo como la fuerza impulsora de la creación, lo que hicimos fue inventar, fabricar, un mundo que aprisionó nuestra voluntad, llevando a “contagiar” a nuestra mente con la falsa creencia en la separación y el pecado. 

Recordemos lo que nos dice Un Curso de Milagros: 

“Ante esta deprimente situación, el Espíritu Santo te recuerda dulcemente que estás triste porque no estás llevando a cabo tu función de co-creador con Dios, y, por lo tanto, te estás privando a ti mismo de felicidad. Esto no es algo que Dios haya decidido, sino que fuiste tú quien lo decidió así. Si tu mente pudiese estar en desacuerdo con la de Dios, lo que tu voluntad dispusiese no tendría sentido. Sin embargo, puesto que la Voluntad de Dios es inalterable, no es posible ningún conflicto de voluntades. Ésta es la enseñanza perfectamente congruente del Espíritu Santo. La creación, no la separación, es tu voluntad porque es también la Voluntad de Dios, y nada que se oponga a ella tiene sentido en absoluto. Al ser una obra perfecta, la Filiación sólo puede obrar con perfección, extendiendo la dicha en la que fue creada e identificándose con su Creador y Sus creaciones, sabiendo que son uno y lo mismo” (T-7.VI.13:1-7). 

Ya tenemos las claves para reconocer la razón por la que, aun "deseando" hacer la voluntad de nuestro Padre, nos topamos con el amargo rostro de la tristeza. 

La pregunta que debemos hacernos es: ¿lo que estoy deseando nos lleva a experimentar la separación? Si la respuesta es afirmativa, ten por seguro de que tus deseos están usurpando la identidad de la voluntad y de que estás fabricando un mundo ilusorio e irreal.

Si la respuesta es no, entonces, tus deseos te llevarán a percibir un mundo acorde con la voluntad del Padre. Es cuando podemos estar seguros, de que hemos recordado que somos un ser espiritual y sabremos cuál es nuestra función, la de perdonar y amar.

¿Podrías estar triste cuando eres una fuente de amor? Imposible.


Reflexión: Tu voluntad, ¿te conduce hacia la luz o hacia la oscuridad?

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