martes, 12 de marzo de 2024

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 72

LECCIÓN 72

Abrigar resentimientos es un ataque contra el plan de Dios para la salvación.

1. Aunque hemos reconocido que el plan del ego para la salvación es el opuesto al de Dios, aún no hemos puesto de relieve que es también un ataque directo contra Su plan y un intento deliberado de destruirlo. 2En dicho ataque se le adjudican a Dios aquellos atributos que de hecho le corresponden al ego, mientras que el ego parece asumir los de Dios.

2. El deseo fundamental del ego es suplantar a Dios. 2De hecho, el ego es la encarnación física de ese deseo. 3Pues es este deseo lo que parece encerrar a la mente en un cuerpo, manteniéndola sola y separada e incapaz de llegar a otras mentes, excepto a través del mismo cuerpo que fue hecho con el propósito de aprisionarla. 4Poner límites en la comunicación no es la mejor manera de expandirla. 5No obstante, el ego quiere hacerte creer que lo es.

3. Aunque el intento de mantener las limitaciones que un cuerpo impone es obvio aquí, tal vez no sea tan evidente por qué razón abrigar resentimientos constituye un ataque contra el plan de Dios para la salvación. 2Examinemos, pues, cuáles son las cosas contra las que tienes la tendencia a abrigar resentimientos. 3¿Acaso no están siempre asociadas con algo que un cuerpo hace? 4Una persona dice algo que no te gusta. 5O bien hace algo que te desagrada. 6Dicha persona "delata" sus pensamientos hostiles con su comportamiento.

4. En este caso no estás tratando con lo que la persona es. 2Por el contrario, en lo único que te fijas es en lo que esa persona hace en el cuerpo. 3Y no sólo no la estás ayudando a librarse de las limita­ciones de su cuerpo, sino que estás tratando activamente de atarla al cuerpo, al confundirla con éste y juzgar que ella y su cuerpo son una misma cosa. 4De este modo se ataca a Dios; pues si Su Hijo no es más que un cuerpo, eso es lo que Él debe ser también. 5Es inconcebible que un creador pueda ser radicalmente distinto de su creación.

5. Si Dios fuese un cuerpo, ¿cuál sería Su plan para la salvación? 2¿Qué otra cosa podría ser sino la muerte? 3al tratar de presen­tarse a Sí Mismo como el Autor de la vida y no de la muerte, resultaría ser un mentiroso y un impostor, lleno de falsas promesas, que ofrece ilusiones en vez de la verdad. 4La aparente reali­dad del cuerpo hace que esta perspectiva de Dios parezca con­vincente. 5De hecho, si el cuerpo fuese real, sería imposible no llegar a esta conclusión. 6Cada resentimiento que abrigas reitera que el cuerpo es real. 7Cada resentimiento que abrigas pasa por alto completamente lo que tu hermano es. 8Refuerza tu creencia de que él es un cuerpo y lo condena por ello. 9Y afirma que su salvación tiene que ser la muerte, al proyectar este ataque sobre Dios y hacerlo responsable de ello.

6. A esta arena cuidadosamente preparada, donde animales fero­ces acechan a sus presas y la clemencia no puede hacer acto de presencia, el ego viene a salvarte. 2Dios te hizo un cuerpo. 3Muy bien. 4Aceptemos esto y alegrémonos. 5En cuanto que cuerpo, no te prives de nada de lo que el cuerpo te ofrece. 6Apodérate de lo poco que puedas. 7Dios no te dio nada. 8El cuerpo es tu único salvador. 9Representa la muerte de Dios y tu salvación.

7. Ésta es la creencia universal del mundo que ves. 2Hay quienes odian al cuerpo y tratan de lastimarlo y humillarlo. 3Otros lo veneran y tratan de glorificarlo y exaltarlo. 4Pero mientras tu cuerpo siga siendo el centro del concepto que tienes de ti mismo, estarás atacando el plan de Dios para la salvación y abrigando resentimientos contra Él y contra Su creación, a fin de no oír la Voz de la verdad y acogerla como Amiga. 5El que has elegido como tu salvador ocupa Su lugar. 6Él es tu amigo; Dios, tu enemigo.

8. Hoy trataremos de poner fin a estos ataques absurdos contra la salvación, 2en lugar de ello, trataremos de darle la bienvenida. 3Tu percepción invertida ha sido la ruina de tu paz. 4Te has visto a ti mismo como que estás dentro de un cuerpo y a la verdad como algo que se encuentra fuera de ti, vedada de tu conciencia debido a las limitaciones del cuerpo. 5Ahora vamos a tratar de ver esto de otra manera.

9. La luz de la verdad está en nosotros, allí donde Dios la puso. 2El cuerpo es lo que está fuera de nosotros, y no es lo que nos concierne. 3Estar sin un cuerpo es estar en nuestro estado natural. 4Reconocer la luz de la verdad en nosotros es reconocernos a nosotros mismos tal como somos. 5Ver que nuestro Ser es algo separado del cuerpo es poner fin al ataque contra el plan de Dios para la salvación y, en lugar de ello, aceptarlo. 6dondequiera que Su plan se acepta, ya se ha consumado.

10. Nuestro objetivo para las sesiones de práctica más largas de hoy, es hacernos más conscientes de que el plan de Dios para la salvación ya se ha consumado en nosotros. 2Para lograr este obje­tivo tenemos que reemplazar el ataque por la aceptación. 3Mien­tras sigamos atacando, no podremos entender cuál es el plan de Dios para nosotros. 4Estaremos, por lo tanto, atacando lo que no reconocemos. 5Vamos a tratar ahora de suspender todo juicio y de preguntarle a Dios cuál es Su plan para nosotros:

6¿Qué es la salvación, Padre? 7No lo sé. 8Dímelo, para que lo pueda entender.

9Luego aguardaremos quedamente Su respuesta. 10Hemos ata­cado el plan de Dios para la salvación sin habernos detenido a escuchar en qué consistía. 11Hemos expresado nuestros resenti­mientos con gritos tan ensordecedores, que no hemos escuchado Su VOZ. 12Hemos utilizado nuestros resentimientos para cubrirnos los ojos y para taparnos los oídos.

11. Ahora queremos ver, oír y aprender. 2"¿Qué es la salvación, Padre?" 3Pregunta y se te contestará. 4Busca y hallarás. 5Ya no le estamos preguntando al ego qué es la salvación ni dónde encon­trarla. 6Se lo estamos preguntando a la verdad. 7Ten por seguro, entonces, que la respuesta será verdad, en virtud de Aquél a Quien se lo estás preguntando.
12. Cada vez que sientas que tu confianza flaquea y que tu espe­ranza de triunfo titubea y se extingue, repite tu pregunta y tu petición, recordando que le estás preguntando al infinito Crea­dor de lo infinito, Quien te creó a semejanza de Sí Mismo:

2¿Qué es la salvación, Padre? 3No lo sé. 4Dímelo, para qué lo pueda entender.

5Él te contestará. 6Resuélvete a escuchar.

13. Hoy sólo será necesario una o quizás dos sesiones de práctica cortas por hora, ya que serán un poco más largas que de costum­bre. 2Los ejercicios deben comenzar con lo siguiente:

3Abrigar resentimientos es un ataque contra el plan de Dios para la salvación. 4Permíteme aceptarlo en lugar de ata­carlo. 5¿Qué es la salvación, Padre?

6Luego espera en silencio un minuto más o menos, preferible­mente con los ojos cerrados, y aguarda Su respuesta.


¿Qué me enseña esta lección?

Tener resentimientos es algo muy sutil y nos indica que estamos viendo la vida con conciencia de ego, es decir, sin amor, con dolor y miedo, con sentimiento de culpa y autocastigo, con sentimiento de separación, en definitiva, actuamos dormidos y necesitados de luz.

La falsa creencia en la separación, es la causa que da lugar a todo resentimiento. De manera inconsciente, culpamos a la fabricación del cuerpo, al cual condenamos y juzgamos como el principal origen de nuestra transgresión, que hemos llamado "pecado".

En el cuerpo, la percepción externa de nosotros mismos, hemos trasladado el poder con el que Dios ha creado a Su Hijo y le ha dotado con la máxima autoridad posible, alcanzando la condición de nuestra identidad consciente.

Creemos erróneamente que el cuerpo es el único culpable de nuestro "pecado", lo que nos ha llevado a castigarle cada vez que nos hace sentir y recordar nuestra culpa.

Para el ego, el cuerpo es el que nos lleva a pecar. Pero esto es un error, pues el cuerpo responde a las instrucciones de la mente. Hemos llegado a creer, inspirado por el resentimiento que, si nuestro cuerpo nos escandaliza, hay que castigarle para redimir ese pecado.

Es necesario liberarse de ese pensamiento erróneo e ilusorio, pues es la única manera de que realmente seamos sensibles al plan de salvación que Dios pone a nuestra disposición: amar y perdonar. Cuando entregamos al Espíritu Santo nuestros errores y pedimos la Expiación, estamos en condiciones de oír la Voz de Aquel que habla en Nombre del Padre.

Ejemplo-Guía: ¿Qué es la salvación?

En la anterior lección tuve ocasión de introducir una afirmación que he de recuperar en este momento, pues nos ayudará a introducir el trabajo práctico del ejemplo guía que hemos seleccionado.

"Siempre vemos a los demás como nosotros creemos que son, pero nunca como son en realidad" La razón de esto, nos lo ha enseñado la presente lección, es la identificación que hacemos con el cuerpo, lo que nos lleva a creer que ese “ropaje” es nuestra verdadera realidad.

Si cada vez que miramos a uno de nuestros hermanos, lo que vemos es su cuerpo material y nuestra mente lo juzga por lo que percibe a través de ese envoltorio, lo que estamos haciendo, es establecer la creencia de que nuestra comunicación con él, es posible, tan sólo, a ese nivel. ¿Esto qué quiere decir? En primer lugar, que estamos dando credibilidad a un vehículo que nos lleva a percibir la separación. Como consecuencia de esa percepción, despertamos pensamientos de ataque, argumentando, que la mejor defensa para salvaguardar nuestra integridad es un buen ataque. Ese ataque, es la consecuencia de nuestros miedos, y es el origen que ocasiona que recibamos aquello que hemos dado. Si atacamos, seremos atacados. ¿Os suena? Recuerda esta dinámica a la Ley de Causa y Efecto.

Hoy no vamos a centrarnos en descubrir a las personas o a las circunstancias, a las que les hemos otorgado el poder de erigirse como los dueños de nuestra salvación. Hoy no buscaremos en sus ropajes físicos. Eso ya lo hicimos en el ejercicio de la lección de ayer. Ya le has puesto nombre y apellidos al "causante" de tu infelicidad. Fíjate bien, que esta identificación nominal ha sido posible porque ves a esa persona o circunstancias con su ropaje físico.

No, hoy vamos a ir un paso más allá. Buscaremos la verdad, es decir, buscaremos dónde se encuentra la salvación. Pero para poder encontrar la salvación, al igual como ocurre con cualquier otra cosa que busquemos, debemos saber qué es lo que buscamos. Lo que nos lleva a cuestionarnos: ¿qué es la salvación?

Ya lo sabes. ¿Lo has buscado en algún texto sagrado?, ¿lo has buscado en algún diccionario?, tal vez, ¿te lo ha dicho algún gurú, algún maestro, algún guía?
Permíteme que reconozca, que la respuesta a esta pregunta, si nos llega a nivel exterior, como una idea, como una creencia, no será la respuesta adecuada. Será adecuada en ese nivel, pero ese nivel, ya lo hemos visto, es el nivel del ego.

¿Entonces dónde debemos buscar? Ya nos lo dice la lección, busquemos la respuesta preguntándole a Dios, o lo que es lo mismo, pregúntatelo a ti mismo, a nivel interno, pues, "Dios es Yo, y Yo soy Dios, cuando ceso de ser yo".

¿Y cómo sabré reconocer que me ha contestado? Sencillamente, no lo sabrás, salvo que lo experimentes por ti mismo. Dios no es una teoría, una filosofía, un conocimiento. Dios Es. Hay que vivirlo. Es un hecho.

Reflexión: Mi creencia en lo que soy, me salvará o me condenará. ¿Qué soy?

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