martes, 27 de febrero de 2024

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 58

LECCIÓN 58

El repaso de hoy abarca las siguientes ideas:

1. (36) Mi santidad envuelve todo lo que veo.


2De mi santidad procede la percepción del mundo real. 3Habiendo perdonado, ya no me considero culpable. 4Puedo aceptar la ino­cencia que es la verdad con respecto a mí mismo. 5Cuando veo el mundo con los ojos del entendimiento, sólo veo su santidad por­que lo único que puedo ver son los pensamientos que tengo acerca de mí mismo.

2. (37) Mi santidad bendice al mundo.

2La percepción de mi santidad no me bendice únicamente a mí. 3Todas las personas y todo cuanto veo en su luz comparten la dicha que mi santidad me brinda. 4No hay nada que esté excluido de esta dicha porque no hay nada que no comparta mi santidad. 5A medida que reconozca mi santidad, la santidad del mundo se alzará resplandeciente para que todos la vean.

3. (38) No hay nada que mi santidad no pueda hacer.

2El poder curativo de mi santidad es ilimitado porque su poder para salvar es ilimitado. 3¿De qué me tengo que salvar, sino de las ilusiones? 4¿Y qué son las ilusiones sino falsas ideas acerca de mí? 5Mi santidad las desvanece a todas al afirmar la verdad de lo que soy. 6En presencia de mi santidad, la cual comparto con Dios Mismo, todos los ídolos desaparecen.

4. (39) Mi santidad es mi salvación.

2Puesto que mi santidad me absuelve de toda culpa, reconocer mi santidad es reconocer mi salvación. 3Es también reconocer la sal­vación del mundo. 4Una vez que haya aceptado mi santidad, nada podrá atemorizarme. 5Y al no tener miedo, todos comparti­rán mi entendimiento, que es el regalo que Dios me hizo a mí y al mundo.

5. (40) Soy bendito por ser un Hijo de Dios.

2En esto reside mi derecho a lo bueno y sólo a lo bueno. 3Soy ben­dito por ser un Hijo de Dios. 4Todo lo que es bueno me pertenece porque así lo dispuso Dios. 5Por ser Quien soy no puedo sufrir pérdida alguna, ni privaciones ni dolor. 6Mi Padre me sustenta, me protege y me dirige en todo. 7El cuidado que me prodiga es infinito y eterno. 8Soy eternamente bendito por ser Su Hijo.


¿Qué me enseñan estas afirmaciones?

Os dejo una batería de preguntas, a título de ejemplo, que nos pueden ayudar a reflexionar sobre cada uno de los apartados.

Mi santidad envuelve todo lo que veo.
  • Decido ver la realidad y mis ojos me muestran un mundo perfecto, libre de culpas; un mundo abundante y pleno; un mundo feliz y armonioso. Veo la santidad en cada uno de mis hermanos y reconozco mi propia santidad reflejada en sus rostros. ¿Qué harás hoy con tu abundancia? ¿Compartirás tus dones y talentos con los demás? ¿Extenderás tu santidad con el único propósito de liberar al mundo de la prisión de sus miedos y de sus culpas? 
Mi santidad bendice al mundo.
  • Recuerda que das lo que tienes; si tus pensamientos son santos, expandirás santidad en cada uno de tus actos y el mundo será bendecido por ello. Comparte tus pensamientos santos con el resto de la filiación y estarás creando una con-fraternización de Amor. ¿Qué harás hoy para compartir con el mundo tus bendiciones? ¿Qué pensamientos sembrarás? ¿Qué sentimientos despertarás? ¿Qué verdades transmitirás? ¿Qué realidades construirás?
No hay nada que mi santidad no pueda hacer.
  • Tu despertar te mostrará quién eres y, entonces, te descubrirás como un Ser Santo. Esa Santidad es tu condición natural, siempre has gozado de ella, aunque decidiste olvidadlo. La salvación del mundo, es tu propia salvación. Sálvate tú, viviendo tu santidad y el mundo se liberará. ¿Qué te mantiene atado a la culpa? ¿Qué miedo paraliza tu corazón?
Mi santidad es mi salvación.
  • Recuperar tu verdadera identidad, te permitirá renunciar al mundo de perdición, donde tu visión se identifica con la ilusión. No eres un cuerpo; no estás sujeto a la temporalidad; libérate del temor de no tener; no te regocijes en el dolor, en el sufrimiento, en la enfermedad, no le des el valor del castigo. Eres un Ser Santo y eres Perfecto, como Perfecto es el Pensamiento Divino. ¿Aún percibes desde la necesidad? ¿Aún crees que fuiste expulsado del Paraíso Terrenal por desobedecer a Dios? ¿Aún piensas que has pecado y que eres merecedor del castigo redentor?
Soy bendito por ser un Hijo de Dios.
  • ¡Qué así sea!. No creas que eres maldito por haberte identificado con tu cuerpo. No caigas en el error de otorgarle esa potestad al vehículo material. En cambio, dirige tu atención hacia tus pensamientos y libérate de la creencia errónea que te mantiene prisionero del cuerpo. Utilízalo para expandir tu santidad y bendícelo por los servicios prestados. No te apegues a él, creyendo que es tu morada. Eres el Hijo de Dios y tu origen es Divino y Eterno, no terrenal y temporal. ¿Te sentirás feliz? ¿Te regocijarás al conocer que eres el bendito Hijo de Dios? ¿Qué harás con esa heredad? ¿En qué emplearás tu divinidad?

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