lunes, 22 de enero de 2024

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 22

LECCIÓN 22
  
Lo que veo es una forma de venganza.

1. La idea de hoy describe con gran precisión la manera en que todo aquel que alberga en su mente pensamientos de ataque no puede sino ver el mundo. 2Habiendo proyectado su ira sobre el mundo, lo que ve es la venganza a punto de devolverle el golpe. 3De esta manera, percibe su propio ataque como un acto en defensa propia. 4Esto se convierte progresivamente en un círculo vicioso hasta que esté dispuesto a cambiar la manera como ve las cosas. 5De lo contrario, los pensamientos de ataque y contraataque le consumirán y poblarán todo su mundo. 6¿De qué paz mental podría gozar en tales condiciones?

2. De esta fantasía salvaje es de lo que te quieres escapar. 2¿No es maravilloso recibir las buenas nuevas de que no es real? 3¿No te alegra sobremanera descubrir que te puedes escapar de ella? 4Tú has fabricado lo que deseas destruir; lo que odias y lo que quieres atacar y matar. 5Nada de lo que temes existe.

3. Mira hoy al mundo que te rodea por lo menos cinco veces, durante no menos de un minuto cada vez. 2A medida que tus ojos pasen lentamente de un objeto a otro, de un cuerpo a otro, di para tus adentros:

3Veo únicamente lo perecedero.
4No veo nada que vaya a perdurar.
5Lo que veo no es real.
6Lo que veo es una forma de venganza.

7Al final de cada sesión de práctica, pregúntate:

8¿Es éste el mundo que realmente quiero ver?

9La respuesta será obvia.

¿Qué me enseña esta lección? 

A lo que veo le doy valor porque creo en ello. Mi creencia de que es real, le da valor para mí. Sin embargo, todo lo que veo en el mundo es perecedero y, por lo tanto, es irreal, pues no es eterno. 

El ego para conservar y preservar lo que cree, pone todo su potencial emocional en defenderlo. Siente tanto miedo por perder lo que considera real, que presta su energía en un ataque por conseguir su objetivo. 

Aquello que desea forma parte de su creencia y esa creencia movilizará toda su existencia. Si cree que el ataque es la fórmula para conseguir sus deseos, dará vida a ese ataque en el exterior y lo proyectará a su alrededor, de modo que, a través de los demás, recibirá una dosis de ese mismo ataque. Este ataque lo vivirá como una venganza cuyo único sentido es el que ha dado a su existencia por sobrevivir. 

Nada de eso es real. Todo es perecedero, pero para el ego sigue siendo real y su inconsciente le proyectará la visión de sus propios ataques. 

Hoy he percibido mucho de esos ataques en forma de sentimientos y emociones que se despiertan al contactar con el mundo que mi ego interpreta que es real. Cuando busco la luz, esa oscuridad adherida en mi inconsciente, como la huella de mi pasado, se convierte en un proclamador de venganza, en el sentido de que me suscita darle respuesta. Lo percibo como un ataque dentro de mis pensamientos. El recurso para poner fin a esa experiencia, es mirar de frente esas percepciones e integrarla en la consciencia, de modo que la aceptemos y, cuando lo hayamos hecho, la observemos con detenimiento y nos digamos: nada de eso es real.

 

Ejemplo-Guía: ¿Por qué no consigo ser feliz en mi relación de pareja? 

Introduzco un nuevo ejemplo, que suele ser bastante popular y que considero que puede ser interesante analizar. 

Hemos conocido a una persona de la cual nos hemos enamorado. Estar con ella, nos aporta una sobredosis de vitalidad que nos hace ver las cosas de una manera especial. Podríamos, incluso, decir, que cuando estamos con ella nos sentimos vivos y que su sola ausencia, se nos antoja insoportable. Nos resulta difícil ocultar nuestro estado de felicidad. 

Estoy seguro que en esa fase de la relación, todos apostaríamos para que el tiempo se congelase y nuestras vivencias se prolongasen eternamente. Es lo que hemos llamado amor, la fuerza que dirige nuestras vidas, llevándonos en muchas ocasiones a actuar de manera "alocada". 

Si ese estado anímico es tan hermoso, ¿por qué razón no permanece en el tiempo? 

Tan solo hay una respuesta a esta cuestión: por miedo. No somos capaces de mantener ese estado de plenitud amorosa, porque tememos perder lo que amamos. Esa pérdida puede estar fundamentada por varios motivos, aunque la causa original es el miedo a perder lo que hemos considerado de "nuestra propiedad". 

Ponemos nuestra relación en peligro o, lo que es lo mismo, dejamos de ser felices en nuestra relación, desde el momento en que nos hemos convencido de que el ser amado es de nuestra propiedad. Aquello que deseamos y hemos conseguido, pasa a formar parte de nuestros bienes particulares. Es cuando comenzamos a tener un comportamiento limitador y pasamos a manifestar nuestras exigencias: "tu harás lo que yo desee que hagas" y, a partir de ahí, una serie de condiciones a las que la persona amada se "someterá" o, simplemente, no aceptará. 

¿Por qué ese miedo a perder lo que amamos? 

La estrategia mental en la que se sustenta las creencias del ego, le lleva a luchar para perpetuar un mundo que, sabe a ciencia cierta, está llamado a desaparecer. Ese mundo se centra en su identidad corporal, a través de la cual gira toda su existencia. El ego sin el cuerpo no podría manifestarse, por lo que trata por todos sus medios de llevarlo a un estado de "bien-estar", en unas condiciones que no lo favorece en absoluto, pues, el cuerpo está llamado a desaparecer. Ese miedo a desaparecer, a dejar de existir, le lleva a la creencia de que no podrá disfrutar de la felicidad. 

La felicidad no puede depender de la idea de poseer, tener o atesorar cosas materiales que, por su condición "temporal", están sujetas a las leyes de lo "irreal". La felicidad pertenece al estado de consciencia que está liberada de esos apegos. La felicidad se convertirá en una realidad cuando seamos capaces de amar, sin ánimo de querer poseer lo amado. 

Cuando el ego proyecta su creencia en la satisfacción de sus deseos, al mismo tiempo despliega una energía emocional emanada desde el miedo, cuya intención es la de proteger y garantizar la pertenencia de aquello que es objeto de su deseo. Esa emoción es la ira y su expresión es el ataque. Al verse separado del resto del mundo, el otro es interpretado como una amenaza a sus intereses y es cuando hace valer su ley más primitiva: la ley del más fuerte. Ataco para no ser atacado y es proyectando nuestro propio ataque, que lo justificamos en nombre de un acto de autodefensa. Esto nos viene a confirmar el dicho: "el ladrón piensa que todo el mundo es de su condición". 

La felicidad de una relación tan solo tiene un camino: experimentar la unidad. Cuando integremos en nuestra consciencia el valor de la experiencia de relación, trascenderemos los vínculos egoístas que nos llevan a tener relaciones especiales, y la elevaremos a un estado de relación amorosa, donde cada una de las partes de esa relación amará al otro como así mismo, esto es, amarán con la plena certeza de ser Uno en la Filiación Divina. 

Reflexión: Si el mundo que estás viendo no es el que quieres ver, ¿qué crees que debes corregir?

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