CUESTION DE LA RESURRECCION
18 Se le llegaron algunos saduceos, de los que
dicen que no hay resurrección y le preguntaban diciendo: 19 Maestro, Moisés nos
ha prescrito que, si el hermano de uno viniere a morir y dejare la mujer sin
hijos, tome el hermano a esa mujer y de sucesión a su hermano. 20 Eran siete hermanos.
El primero tomó mujer, pero al morir no deja descendencia. 21 La tomó el
segundo, y murió sin dejar sucesión, e igual el tercero, 22 y de los siete
ninguno deja sucesión. Después de todos murió la mujer. 23 Cuando en la
resurrección resuciten, ¿de quién será la mujer? Porque los siete la tuvieron
por mujer.
24 Dijoles Jesús: ¿No estáis equivocados por no
entender las Escrituras ni el poder de Dios? 25 Porque cuando resuciten de
entre los muertos, ni se casarán ni serán dados en matrimonio, sino que serán
como ángeles en los cielos. 26 Por lo que toca a la resurrección de los
muertos, no habéis leído en el libro de Moisés, en lo de la zarza, como habló
Dios, diciendo: Yo soy el Dios de Abraham, y el Dios de Isaac, y el Dios de
Jacob 27 No es Dios de muertos, sino de vivos. Muy errados andáis.
Comencemos analizando qué papel protagonizaban
los saduceos en la sociedad donde se desarrollaban los hechos, pues así
lograremos entender que tendencia representan anímicamente.
Los saduceos, políticamente defendían el orden
establecido, colaborando estrechamente con el poder romano. En lo relativo a lo
religioso, eran conservadores; defendían los sacrificios, los ritos, y no
aprobaban la evolución doctrinal, no creían en la resurrección.
No nos resultará difícil comprender que la secta
saducea, representa un aspecto del alma humana que se encuentra instalada en el
reino de Malkuth, donde permanece estancada. Ser saduceo, significa haber
alcanzado el Plano de Acción, el haber edificado el templo de la verdad -Arca de
la Alianza- y testimoniar: “esta es la única fe, esta es la única verdad”;
rendirle culto de un modo permanente y negar cualquier otra manifestación de la
luz. Ellos no creen en la resurrección, o lo que es lo mismo, han alcanzado el
último tramo del camino, el representado por el Elemento Tierra, y sin embargo,
se han identificado tanto con el mundo de las percepciones sensoriales, con la
estrecha visión de vida-muerte, que no han sabido ver que el fruto -Tierra-
lleva en su interior una nueva semilla; o lo que es lo mismo, el proceso de materialización-muerte
da lugar a un nuevo ciclo de experiencia que dará comienzo con el Fuego, es
decir, se produce la resurrección de la verdadera esencia.
Cabalísticamente, esto que decimos se encuentra
muy bien recogido en las cuatro fases del proceso creador que conocemos con el
nombre sagrado de Jehová: Yod-He-Vav-2 He(Yod). La última fase, la 2ª He, es la
fase con la que se han identificado los saduceos y todas aquellas consciencias
que compartan su falta de visión sobre la resurrección. Ellos -nosotros-, no
creemos en el nuevo Yod, y cuando nos encontramos inmersos en la materia,
establecemos leyes, normas y preceptos para asegurarnos nuestras permanencia y
posesiones, pero no dejamos ningún espacio en blanco en ese gran manual de la
existencia para inscribir las pautas reveladas por el nuevo Yod, por la
resurrección.
En la vida, podemos aprender esto que estamos
explicando. A veces experimentamos fases en la que se producen las
características propias de un fin de ciclo, de una muerte. ¿Quién no ha sufrido
perdidas afectivas? ¿Quién no ha cambiado alguna vez sus creencias, sus ideas?
En esos momentos, algo muere dentro de nosotros, y sin embargo, una nueva
energía fluye en el lugar que ocupaba la anterior. Nuevos sentimientos,
sustituyen a los que acaban de morir; nuevos pensamientos, restituyen a las
viejas ideas. ¿Acaso no es eso una resurrección? ¿Qué hemos experimentado con
la renovación? Cuando experimentamos el nacimiento como un modo nuevo de amar o
de pensar, nos comportamos como si hubiésemos nacido de nuevo. Un renacer se ha
producido en nosotros, una nueva vida se abre ante nosotros.
Los saduceos, fieles difusores de las leyes de
Moisés, ponen a prueba al Maestro. Esta prueba será vivida por todos y cada uno
de nosotros cuando nos acerquemos a este peldaño del camino. Cada vez, la
exigencia es mayor; nuestra vieja personalidad no quiere dejar su potestad a la
nueva consciencia que ya tiene trazos muy definidos.
“Si el hermano de uno viniese a morir y dejare la
mujer sin hijos, tome el hermano esa mujer y de sucesión a su hermano”.
En tiempos de Moisés, prevalece la consciencia de
separación en la humanidad; es por ello que la ley Mosaica tratará de despertar
la consciencia de la unidad a través del peso de los preceptos. El hermano, es
esa tendencia interior que comparte nuestra propia sangre. Si el muere y dejare
la mujer sin hijos, es decir, si deja su Obra inacabada, debemos ser solidarios
y hacernos cargo de ella. Con este gesto, el Instructor de la Columna de la
Izquierda nos lleva a descubrir que ese hermano forma parte de nuestra vida,
está en nosotros, y si descubrimos que su labor no da frutos, debemos
prestarnos para ayudarle en esa tarea.
Eran siete hermanos, nos dice la crónica, como
siete son los planetas, como siete son los Días de la creación. El numero 7 nos
revela un mensaje oculto de perfección, de culminación de un ciclo en las fases
correspondientes a un proceso creativo, en su sentido de Ida-involución y de
Retorno-evolución. Si esos siete hermanos mueren sin lograr dar frutos en esa
mujer, que es el alma humana, cuando resuciten, ¿de quién será la mujer?
Jesús, encontró la respuesta adecuada: “No estáis
equivocados por no entender las Escrituras ni el poder de Dios”, o lo que es lo
mismo, ¿Acaso habéis comprendido la ley de Jehová -Yod, He, Vav, 2º He(Yod)-?
Esos hermanos, son rostros diferentes de la
consciencia; son rostros diferentes de la energía; son voluntades que aun
contando con la tierra para sembrar y dar frutos, no lo han dado. Cuando resuciten
al final de ese gran ciclo, cuando resuciten de “entre los muertos”, es decir,
entre los que se encuentran en la fase 2º He, ya no formarán parte de ese
mundo, y encontrándose en un nuevo estado de consciencia, están libres de
establecer lazos mundanos, pues habrán conquistado la Unidad.
Podríamos aportar otro enfoque interpretativo en
este punto. Jesús-Cristo nos revela que, tras la consecución de la muerte de
los siete hermanos y de la mujer, la resurrección nos liberará de los trabajos
mundanos, queriéndonos con ello indicar, que cuando la voluntad humana es
incapaz de generar frutos materiales a través de su aspecto femenino -mujer-,
no provoca lazos en este mundo, por lo que, agotadas las siete fases sin haber
dado lugar a obra material, la resurrección, nos lleva a re-nacer a los Mundos
Espirituales. Quedaremos libres de lazos kármicos, y con ello, nos permitirá
ser como Ángeles en el cielo. Nos convertiremos en guías espirituales para el
resto de la humanidad.