jueves, 19 de diciembre de 2019

La Religión del Padre: "Las Bienaventuranzas" 8ª parte

“Bienaventurados los perseguidos por la justicia, ya que el reino de los cielos es de ellos” (Mt 5:10)

La octava Bienaventuranza, expresa los trabajos realizados por el centro llamado Yesod. La Justicia es un atributo de la columna de la izquierda, que es la que elabora las leyes y reglamentos. Cristo vino a proclamar una doctrina que abolía la Ley y que situaba al hombre en el dominio de la gracia y del perdón de sus culpas. Ya en su discurso preliminar,  dijo que el Reino del Padre estaba abierto muy especialmente a los pecadores, porque éstos son individuos que llevan en ellos una cantidad de luz más intensa de la que normalmente pueden digerir.

Expliquemos este punto. La luz es el amor de Hochmah, el que permite a las estructuras materiales subsistir. O, dicho de otro modo, Abel muere, se disuelve en Caín y gracias a esa disolución Caín vive. Pero, ¿qué ocurre cuando en el interior de Caín hay demasiado Abel, o sea cuando un individuo lleva más luz de la que puede reflejar? Pueden suceder tres cosas:

1.- Que Abel mate a Caín, es decir, que la excesiva luz energía interna destruya el receptáculo material y haga la vida física imposible.

2.- Que el hombre adquiera una conciencia de la espiritualidad que lo habita, que comprenda el funcionamiento de los mundos de arriba y testimonie de ellos en la tierra, derramando sobre el mundo que lo rodea su excedente de luz.
Si procede así, habrá ahondado sus cauces internos y el desbordamiento de su luz no se producirá; es decir, tendrá lugar de una manera adecuada y no como un río que ante la afluencia de aguas tempestuosas, se desborda.

3.- Que el hombre no adquiera conciencia de sus poderes internos y no sepa utilizarlos adecuadamente, pero, para no ser destruido por ellos, que actúe en la sociedad de una manera desordenada, fuera de las reglas instituidas, dando lugar a la figura del delincuente y del perseguido por la justicia.

El perseguido por la justicia será pues aquel que lleva en su interior un excedente de luz que no sabe utilizar adecuadamente. Por lo tanto podemos decir que en su interior habita el Reino de los Cielos, que este Reino es de él, sin que haya tomado conciencia de su situación de privilegio. Pero, estando el Reino dentro, puede tomar conciencia de un momento a otro, y es por ello que en las cárceles se producen tantas transmutaciones, ya que los presidios constituyen un arsenal de perseguidos por la justicia, los cuales tienen la posibilidad de meditar sobre sí mismos. En este sentido, cabe añadir que uno de los trabajos del discípulo ha de consistir en trabajar para que las cárceles puedan ser ese lugar de reflexión de los perseguidos por la justicia.

Por otra parte,  el individuo que se encuentre en el segundo caso, también acabará siendo un perseguido por la justicia, porque su acción, aunque no resulte atentatoria contra sus semejantes, si lo será de algún modo contra el reino de las sombras y el señor de la penumbra lo perseguirá para matarlo, como los poderes públicos persiguieron a Cristo desde que nació. Las sombras sienten una apetencia natural por la luz, como el vampiro por la sangre de su víctima, que le permite mantenerse en vida. Esa persecución se producirá en la octava hora de su vida, cuando Yesod entre en funciones para cristalizar la dinámica interna y darle salida al exterior. Por consiguiente, ocuparse de los perseguidos por la justicia ha de ser una de las tareas fundamentales del discípulo.

ENFOQUE EXOTÉRICO

Padecer:
  1. Sentir física y corporalmente un daño, dolor, enfermedad, pena o castigo.
  2. Soportar agravios, injurias, pesares, etc.
Si Cristo padeció, nosotros no tenemos por qué pensar que no vamos a padecer. (Lucas 21.12)

Persecución:
  1. Instancia enfadosa y continua, con que se acosa a alguien a fin de que condescienda a lo que de él se solicita.
  2. Molestar. Conseguir que alguien sufra o padezca procurando hacerle el mayor daño posible.

Desde tiempos antiguos los servidores de Dios han sido objeto de persecuciones, los profetas sufrieron grandes persecuciones, amenazas de muerte, entre otras.  Por ejemplo:
  • Elías salió huyendo por el peligro que corría su vida (1 Reyes 19.1-3).
  • Un vidente que llevo un mensaje de Dios fue hecho preso (2 Crónicas 16.10).
  • Daniel cuenta como tres de sus compañeros fueron perseguidos para echarlos al horno de fuego (Daniel 3.20)
Y podríamos dar varios ejemplos de la antigüedad como se perseguían a los mensajeros de Dios.

En el Nuevo Testamento, la Iglesia primitiva también sufrió persecución y a consecuencia de esto, esta fue esparcida (Hechos 8.1).  También Jesucristo y los apóstoles fueron perseguidos, encarcelados y maltratados por la justicia de Dios.

Por lo tanto debemos entender que estas cosas nos sucederán (Juan 15.20), este y muchos pasajes nos advierten de que los padecimientos y persecuciones vendrán a nosotros, y esto no para que nos preocupemos ni suframos antes de tiempo si no para que nos preparemos. Nada nos puede separar del amor de Cristo (Romanos 8.35-39) y hay que tener claro que las persecuciones son privilegio de Dios y signo de nuestra salvación (Filipenses 1.28). Además Dios en su soberanía nos libra del enemigo (2 Timoteo 3.11).

Pedro en su primera carta (1 Pedro 3.13-16) nos enseña que debemos estar preparados para defendernos con mansedumbre y reverencia frente a aquellos que nos demanden razones de nuestra esperanza en Cristo, siempre teniendo una buena conducta, pues en esta conducta los que murmuran serán avergonzados. La defensa de Cristo no permitirá que nada nos haga daño, pero siempre considerando que se debe hacer el bien.

Nuestra actitud hacia la persecución debe ser:
  1. Encomendarse a Dios: Si padecemos según la voluntad de Dios , nuestra salida es encomendarnos a aquel que es fiel verdadero, a aquel cuya palabra y promesa cumple sin variación, pero siempre mantenernos haciendo su voluntad. (1 Pedro 4.19)
  2. Perseverar (Quedar firme en la fe): Una vez que hemos aceptado Cristo debemos a pesar de lo que venga, mantener nuestra fe y confianza en Dios. No es necesaria la paciencia para recibir sus promesas. (Hebreos 10.32-36; Santiago 1.12)
  3. Regocijarse: Muchas veces es difícil poder gozarse, pero debemos pensar y entender que por medio de estas pruebas y dificultades, acumulamos gran peso de gloria sobre nosotros, y nuestro galardón será grande en los cielos. (Mateo 5.12; 2 Corintios 4.17-18)
  4. Huir: Jesús de sus propios labios nos enseña que se debe huir (Mateo 10.23), pero esto tenía un propósito, el que era predicar su evangelio. (Hechos 14.6-7)
  5. No avergonzarse de la fe: Como veíamos en el segundo punto, debemos permanecer en la fe, firmes sin avergonzarnos. (1 Pedro 4.16)
  6. Orar: Nuestra actitud de amor y paz nos debe llevar a postrarnos en oración, y clamar por aquellos que nos persiguen. (Mateo 5.44; Hechos 7.60)
La recompensa para los que padezcan persecución y para los pobres de espíritu es que poseerán el reino de los cielos. La Biblia pone al mismo nivel a los pobres de espíritu y a los perseguidos en términos de la recompensa que obtendrán. Y esta recompensa la recibiremos ya que estaba preparada desde antes de la fundación del mundo (Mateo 25.34) y desde ese momento la poseemos. Quizás no en su plenitud, pero ya somos parte de ella pues su paz, su gozo y su justicia la vivimos día tras día (Romanos 14.17).

Fuentes consultadas: Curso de Interpretación Esotérica de los Evangelios (Kabaleb). Palabra Integral.

Continuará...

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