jueves, 8 de octubre de 2015

¿Genera karma el divorcio?


Existen Escuelas Iniciáticas que consideran el divorcio como un grave error, pues según su teoría, la separación de nuestro cónyuge significa que nos hemos superado una prueba, y por lo tanto nos habremos generado un futuro karma que nos obligará a encontrarnos en una futura encarnación con esa misma persona. ¿Qué hay de cierto en todo ello?

Estás en lo cierto, cuando refieres que existen Escuelas donde se imparten enseñanzas espirituales en las que se indica a los estudiantes, que la separación de la pareja supone generar un karma, es decir, una lección pendiente con la persona con la que no hemos conseguido consolidar una experiencia de relación armoniosa.

Tendríamos que dedicar un espacio mayor que el que estamos tratando para explicar con más detalle los argumentos que defienden dicha teoría. A pesar de no contar con este espacio, sí procuraré sintetizar los puntos más importantes.

En primer lugar, debemos saber que el encuentro con la pareja no es casual, sino causal, es decir, no es fruto del azar, sino que más bien responde a una ley cósmica que determina que nos sentimos atraídos por aquello que nos complementa. Si el alma humana se expresa en el terreno físico manifestándose en la dualidad de los sexos, el hombre sentirá atracción por complementarse con su opuesto para así encontrar la unidad interior.

Ahora bien, cada uno de nosotros tiene una vibración determinada en virtud a sus logros particulares, esto es, a su evolución. De este modo, unos se sienten atraídos por un tipo de personas y otros por otras.

Cuando llevamos esta relación al terreno particular, la persona que ocupa nuestro opuesto y por la que nos hemos sentido atraído, llamados a compartir nuestras vidas con ella, será la que deba completar nuestra necesidad anímica de re-encontrarnos con la unidad perdida.

Si una vez encontrada esa persona, decidimos realizar el viaje alquímico del re-encuentro y en un momento de ese camino, decidimos poner fin a la relación, ocurrirá que quedaremos desorientados, al tiempo que hemos dejado una parte de nosotros mismos desprovista de lo necesario para llevar a cabo la integración de lo “opuesto” en nuestra conciencia.

Si el motivo de la separación resulta ser su carácter egoísta, sin duda alguna debemos reconocer que lo que estamos haciendo es rechazar nuestro propio egoísmo representado, proyectado, en nuestra pareja.

La vida de relación nos permite realizar esa gran labor que supone el tomar conciencia de lo que somos interiormente. Cuando, a veces, nos miramos en ese espejo y descubrimos un rostro deforme, lo primero que se nos ocurre es abandonarlo, pues no podemos aceptar de ninguna de las maneras que esa imagen corresponda a una parte de nuestro ser.

La gran prueba del matrimonio se encuentra en lo que hemos dicho, vencernos en la parte más oscura de nuestro yo, integrando aquellos aspectos que rechazamos y que proyectamos en nuestra pareja.