sábado, 13 de enero de 2024

Principio 13: Los milagros son a la vez comienzos y finales, y así, alteran el orden temporal.

PRINCIPIO 13

Los milagros son a la vez comienzos y finales, y así, alteran el orden temporal. Son siempre afirmaciones de renacimiento que parecen retroceder, pero que en realidad van hacia adelante. Cancelan el pasado en el presente, y así, liberan el futuro.


Debo reconocer, que este Principio se refiere a uno de los temas, metafísicos, que más me ha enseñado el Curso: el enfoque del tiempo y la ley de causa-efecto.

Si desarrollamos una de las aplicaciones de la ley de causación y la teoría de la reencarnación, observamos que las relaciones se basan en la creencia en la deuda, es decir, en la culpabilidad. Volvemos al mundo, una y otra vez, con la intención de cubrir nuestras necesidades, de pagar nuestras deudas, de rectificar la violación de las leyes que hayamos perturbado con nuestro comportamiento en una vida pasada. Es decir, trasladamos a nuestro presente, la carga de “destino” que hemos dejado pendiente y que ahora decidimos retomar para superar lo que en otro momento no superamos. Podríamos decir, que repetimos curso y nos encontramos con las mismas asignaturas que no fuimos capaces de aprobar.

Estamos considerando una situación que forma parte de la ilusión, que forma parte del sueño, pues el mundo físico, y la dimensión espacio-temporal, son fruto de la fabricación de la mente errónea, la cual, como señalábamos en el análisis del anterior Principio, colapsa las ondas existentes en el campo de las infinitas posibilidades convirtiéndola en partículas, la forma básica de la materia. Sin embargo, y a pesar de esta realidad, es necesario que analicemos una de las creencias más arraigadas en el ego, pues en verdad es su ilusoria creación: el tiempo.

Hagamos un breve recorrido sobre la idea del tiempo y analicemos lo que nos dice Un Curso en Milagros.

¿Cómo surge la creencia en el tiempo? 

Tuvo que surgir, tras el acto transgresor de Adán y Eva en el Paraíso Terrenal, lo que llevó a Dios a expulsarle de esa tierra paradisiaca y mandarles al Este del Edén. Esta acción, dio lugar a la creencia en el pecado y a la falsa creencia de la “separación”. Ese tránsito de la consciencia, desde la Unidad a la separatividad, desde la Abundancia a la necesidad, originó la visión lineal de la ley de causa y efecto, es decir, un acto da lugar a un efecto, y este proceso se origina en lo que se ha llamado la secuencia del tiempo.

"Antes de la "separación", que es lo que sig­nifica la "caída", no se carecía de nada. No había necesidades de ninguna clase. Las necesidades surgen debido únicamente a que tú te privas a ti mismo. Actúas de acuerdo con el orden particu­lar de necesidades que tú mismo estableces. Esto, a su vez, depende de la percepción que tienes de lo que eres.

La única carencia que realmente necesitas corregir es tu sensa­ción de estar separado de Dios. Esa sensación de separación jamás habría surgido si no hubieses distorsionado tu percepción de la verdad, percibiéndote así a ti mismo como alguien necesi­tado. La idea de un orden de necesidades surgió porque, al haber cometido ese error fundamental, ya te habías fragmentado en niveles que comportan diferentes necesidades. A medida que te vas integrando te vuelves uno, y tus necesidades, por ende, se vuelven una. Cuando las necesidades se unifican suscitan una acción unificada porque ello elimina todo conflicto.

La idea de un orden de necesidades, que proviene del error original de que uno puede estar separado de Dios, requiere corrección en su propio nivel antes de que pueda corregirse el error de percibir niveles. No te puedes comportar con eficacia mientras operes en diferentes niveles. Sin embargo, mientras lo hagas, la corrección debe proceder verticalmente, desde abajo hacia arriba. Esto es así porque crees que vives en el espacio, donde conceptos como "arriba" y "abajo" tienen sentido. En última instancia, ni el espacio ni el tiempo tienen ningún sentido. Ambos son meramente creencias". (T-1.VI.1:6)

Podríamos decir que la eternidad es una idea de Dios, mientras que el tiempo es una creencia del ego. El único aspecto del tiempo que es eterno es el ahora.

Nos refiere el Curso que hemos elegido estar en el tiempo en vez de en la eternidad, y, por consiguiente, creemos estar en el tiempo. No nos corresponde estar en el tiempo. Nos corresponde estar únicamente en la eternidad, donde Dios Mismo nos ubicó para siempre. Son los sentimientos de culpabilidad los que perpetúan el tiempo.
En esto consiste la continuidad del ego, la cual le proporciona una falsa sensación de seguridad al creer que no podemos escaparnos de ella.

El Espíritu Santo hace uso del tiempo, pero no cree en, él.

Me pregunto, ¿qué utilidad tiene el tiempo? Dentro del sueño, ¿qué funcionalidad podría aportarnos?

“Tanto el tiempo como la eternidad se encuen­tran en tu mente, y estarán en conflicto hasta que percibas el tiempo exclusivamente como un medio para recuperar la eterni­dad. Tienes que aprender que el tiempo sólo existe para que hagas uso de él, y que nada en el mundo puede eximirte de esa responsabili­dad”. (T-10.1:2-4)

El tiempo en sí es algo que tú elegiste. Si quie­res recordar la eternidad, debes contemplar sólo lo eterno. Si permites que lo temporal te preocupe, estarás viviendo en el tiempo. Como siempre, tu elección estará determinada por lo que valores. El tiempo y la eternidad no pueden ser ambos rea­les porque se contradicen entre sí. Sólo con que aceptes lo intem­poral como lo único que es real, empezarás a entender lo que es la eternidad y a hacerla tuya”. (T-10.V.14)

¿Cómo usa el Espíritu Santo en tiempo, dentro del sueño, aun no creyendo en él?

“El Espíritu Santo es invisible, pero puedes ver los resultados de Su Presencia, y por ellos te darás cuenta de que Él está ahí. Es claro que lo que Él te capacita para hacer no es de este mundo, pues los milagros violan todas las leyes de la realidad tal como este mundo la juzga. Las leyes del tiempo y del espacio, del volumen y de la masa son transcendidas, pues lo que el Espíritu Santo te capacita para hacer está claramente más allá de todas ellas. Al percibir Sus resultados, comprenderás dónde debe estar Él, y sabrás por fin lo que Él es.
Los milagros son Sus testigos, y hablan de Su Presencia”. (T-12.VII.3)
  
Retomando la idea original de este Principio, en el que se refiere que el milagro “cancela el pasado en el presente, y así, libera el futuro”,  lo que realmente nos está revelando es que el milagro nos lleva al estado original en el que aún conservábamos la visión de la inocencia, de la invulnerabilidad, pues carecíamos de todo pensamiento de culpabilidad.

“Sólo me­diante la culpabilidad puedes aferrarte al pasado. Pues la culpa­bilidad determina que serás castigado por lo que has hecho, y, por lo tanto, depende del tiempo unidimensional, que comienza en el pasado y se extiende hasta el futuro. Nadie que crea esto puede entender lo que significa "siempre", y de este modo la culpabilidad le impide apreciar la eternidad. Eres inmortal por­que eres eterno, y "siempre" no puede sino ser ahora. La culpa­bilidad, pues, es una forma de conservar el pasado y el futuro en tu mente para asegurar de este modo la continuidad del ego. Pues si se castiga el pasado, la continuidad del ego queda garan­tizada”. (T-13.I.8)

El "ahora" no significa nada para el ego. El presente tan sólo le recuerda viejas heridas, y reacciona ante él como si fuera el pasado. El ego no puede tolerar que te liberes del pasado, y aunque el pasado ya pasó, el ego trata de proteger su propia imagen reaccionando como si el pasado todavía estuviese aquí.

Los milagros son a la vez comienzos y finales, y así, alteran el orden temporal, o dicho de otra manera, los milagros son a la vez causa y efecto, lo que significa que el tiempo se colapsa en un instante, y en ese instante el Espíritu Santo, deshace el error basado en la culpa y donde antes hubo antiguos odios, ahora todo es amor.

Así lo expresa Kenneth Wapnick en su obra “Los 50 Principios de los milagros”:

si tenemos un enorme problema de culpa que hemos expresado en cierta área de nuestras relaciones, hay algo que hacemos continuamente que refuerza el odio a nosotros mismos o nuestra creencia en la separación. En el lapso ordinario de tiempo, podría tomarnos diez vidas trascender esto, el regresar una y otra vez hasta que lo hayamos superado. No obstante, si elegimos solucionar este difícil problema, lo que generalmente significa una relación o una situación que el mundo juzga difícil, repleta de dolor, angustia y sufrimiento, y que en realidad podríamos mirar de un modo diferente, lo cual implica entender básicamente que no somos víctimas ni de esta otra persona ni de nosotros mismos, entonces podremos erradicar el problema en una sola vida. Esto es lo que quiere decir el Curso al afirmar que podríamos ahorrar tiempo o que podríamos ahorrar mil años. Eso es lo que significa que el milagro abole el tiempo, o que "altera el orden temporal." No abole el lapso de tiempo en su totalidad; no es eso lo que hace. Lo que sí hace es colapsar la cantidad de tiempo que nos tomaría erradicar el enorme problema de culpa que tenemos”.

Me gustaría terminar este artículo con una aportación extraída del Curso y que nos enseña cómo podemos hacer un uso correcto, dentro del sueño, del tiempo:

“Tú también interpretarás la función del tiempo según interpre­tes tu propia función. Si aceptas que tu función en el mundo del tiempo es curar, harás hincapié únicamente en el aspecto del tiempo en el que la curación puede tener lugar. La curación no se puede llevar a cabo en el pasado. Tiene que llevarse a cabo en el presente para así liberar el futuro. Esta interpretación enlaza el futuro con el presente, y extiende el presente en vez del pasado. Mas si crees que tu función es destruir, perderás de vista al pre­sente y te aferrarás al pasado a fin de asegurar un futuro destruc­tivo. Y el tiempo será tal como tú lo interpretes, pues, de por sí, no es nada”. (T-13.IV.9)

El tiempo puede liberar así como aprisionar, dependiendo de quién es la interpretación de éste que eliges usar. El pasado, el presente y el futuro no son estados continuos, a no ser que impon­gas continuidad en ellos. Puedes percibirlos como que son conti­nuos, y hacer que lo sean para ti. Pero no te engañes y luego creas que realmente lo son. Pues creer que la realidad es lo que a ti te gustaría que fuese, de acuerdo con el uso que haces de ella, es ilusorio. Quieres destruir la continuidad del tiempo dividiéndolo en pasado, presente y futuro para tus propios fines. Quieres pre­ver el futuro basándote en tus experiencias pasadas, y hacer pla­nes de acuerdo con esas experiencias. Sin embargo, al hacer eso estás alineando el pasado con el futuro, y no estás permitiendo que el milagro, que podría intervenir entre ellos, te libere para que puedas renacer”. (T-13.VI.4)

El presente existe desde antes de que el tiempo diese comienzo y seguirá existiendo una vez que éste haya cesado. En el presente se encuentran todas las cosas que son eternas, las cuales son una. La continuidad de esas cosas es intemporal y su comunicación jamás puede interrumpirse, pues no están separadas por el pasado. Sólo el pasado puede producir separación, pero el pasado no está en ninguna parte”. (T-13.VI.6:5)

El ahora es el momento de la salvación, pues en el ahora es cuando te liberas del tiempo.

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