viernes, 20 de diciembre de 2019

La Religión del Padre: "Las Bienaventuranzas" 9ª parte (Final)

“Bienaventurados seréis cuando se os ultraje, cuando se os persiga y se diga falsamente de vosotros toda suerte de mal a causa de mí. Regocijaos y estad en la alegría, porque vuestra recompensa será grande en el cielo, ya que es así que los profetas han sido perseguidos antes de que vosotros lo fuerais” (Mt 5:11)

La novena y última Bienaventuranza, que es el complemento natural y lógico de la anterior, se corresponde con la proyección de Yesod en Malkuth, que representa el mundo material.

Esta Bienaventuranza invita al discípulo a soportar la adversidad la injusticia y todos los males inherentes a los centros de vida de la columna de la izquierda. Cuando el discípulo retiene en sí mismo, sin repercutirla, la onda expansiva del mal, se convierte en transmutador de ese mal, o sea en agente activo del bien, en Hijo de Dios y, como tal, recibirá en el cielo esa recompensa que alcanzan todos los que han despertado a la conciencia del Amor y que, por consiguiente, pueden actuar en el Mundo del Deseo como en su propia casa, es decir, poseen las llaves del Reino, que les permiten entrar y salir de él, como entramos y salimos de nuestra casa con la llave de la puerta.

En las nueve Bienaventuranzas analizadas, Cristo traza nueve esquemas básicos de comportamiento, nueve modos de ser. No dice en ningún momento bienaventurados son los que hagan esto o aquello, los que participan en un culto o los que siguen los preceptos de la Ley, sino aquéllos cuya naturaleza es así.

Para alcanzar estos estados naturales, pueden seguirse normas, pueden realizarse trabajos conducentes a ellos, pero jamás esas normas y esos trabajos podrán confundirse con su finalidad, que es la de ser así por naturaleza. Hemos visto después cómo la iglesia Católica ha distribuido bienaventuranzas y recompensas a los que asistían a misa en las fiestas de precepto, o a los que comulgaban los primeros viernes de mes. A la luz de las enseñanzas crísticas, podemos afirmar que tales recompensas son nulas. No es por hacer esto o aquello que se entra en el Reino del Padre, sino por ser de las nueve maneras que acabamos de definir.


ENFOQUE EXOTÉRICO

La última bienaventuranza parece ser una repetición de la precedente. Hay, sin embargo, una diferencia. En el versículo anterior, el tema era la persecución por causa de la justicia. Aquí es persecución por causa de Cristo.

El Señor sabía que sus discípulos serían maltratados por su asociación y lealtad hacia Él. La historia lo ha confirmado.
Desde el comienzo, el mundo ha perseguido, encarcelado y dado muerte a los seguidores de Jesús. Puede que los insulten en vuestras propias caras.

Por la causa de Jesús: “A causa de mí”, Él se identifica a sí mismo y a Su causa con la de la justicia, uniendo la causa de la justicia en el mundo con la  recepción de Él mismo.

¿Se habrían expresado así Moisés, David, Isaías ó Pablo? ¡Nunca! Jamás. Sin duda, ellos supieron por causa de la justicia. Pero que hubiesen designado a esto como “su causa”, habría estado fuera de lugar como cualquiera puede ver.

Mientras aquel que habla está siendo la justicia encarnada: Marcos 1:24; Hechos 3:14; Apocalipsis 3:7.  El “Santo de Dios”. Al Santo y al Justo Dios. El Santo, el Verdadero.

Él es el Santo hecho manifiesto en la tierra; la justicia se hizo presente en la tierra en Él, Él es justicia. Cuando se expresa así de Jesús no hace otra cosa sino decir lo que Él mismo es.

Parece algo extraordinario el que una persona que viviera la vida cristiana se considerara una víctima apropiada para la persecución y la muerte.

Se habían extendido algunas calumnias acerca de los cristianos de los cuales los judíos eran responsables en no poca medida. Se acusaba a los cristianos de canibalismo por las palabras de la última cena. “Esto es mi cuerpo” “Esta copa es el nuevo Testamento en mi sangre”, se tomaban y tergiversaban para hacer creer que los cristianos sacrificaban a un niño para comérselo.

Se acusaban a los cristianos de prácticas inmorales y se decía que sus rumores eran orgías indecentes. La reunión semanal de los cristianos se llamaba Ágape, la fiesta del amor; y ese nombre se interpretaba maliciosamente. Los cristianos se saludaban con el beso de la paz; y  también esto se usó para construir acusaciones calumniosas.

Se acusaba a los cristianos de ser incendiarios. Es verdad que hablaban del próximo fin del mundo y revestían su mensaje con cuadros apocalípticos del mundo en llamas. Sus calumniadores tomaban esas palabras y las interpretaban como amenazas de terrorismo político y revolucionario.

Se acusaba a los cristianos de deshacer los vínculos familiares. De hecho, por causa del cristianismo se producían divisiones en las familias como ya hemos visto; así que el cristianismo se representaba como algo que causaba división entre marido y mujer y que desarticulaba el hogar. Había suficiente  calumnias inventadas por gente maliciosa.

Pero el mayor campo de persecución era de hecho el político. El imperio  romano abarcaba casi todo el mundo conocido, desde las Islas Británicas  hasta el Éufrates y desde Alemania hasta el norte de África. Roma le traía al pueblo paz y buen gobierno, orden y justicia pues le hacían culto a la diosa Roma, el espíritu de Roma. Se limpiaron las carreteras de bandidos y los mares de piratas; los déspotas y tiranos fueron desterrados por la imparcial justicia romana. La gente de la provincia estaba muy dispuesta a ofrecer sacrificios al espíritu del imperio que había hecho tanto bien por ellos.

El culto de Roma pasó a otro objeto. Había un hombre que era la personificación del imperio romano, en quien podía decirse que Roma se encarnaba y ese hombre era el emperador, se le considera un dios, se le dan honores divinos y a levantarse templo a su divinidad. No fue el gobierno romano el que inició este culto; de hecho, en su principio hizo todo lo posible para desanimarlo. El emperador Claudio decía que lamentaba que se le diera honores divinos a cualquier ser humano. Al pasar el tiempo, el gobierno romano vio en el culto al emperador la única práctica que podía unificar el vasto imperio romano. Así que se llega el momento y se le impone a todo el mundo el culto al emperador. Así que el cristiano se negaban a hacerlo. Para ellos, Jesucristo era el único Señor y no le darían a ningún ser humano ese título. Así que en el vasto imperio romano no se podían tolerar bloques de desafectos y ese era exactamente lo que las autoridades romanas consideraban ser las congregaciones cristianas. Para los creyentes cristianos su único crimen era que colocaban a Cristo por encima del César; y por esa suprema lealtad murieron los cristianos por millares y fueron arrastrados a la tortura por causa de la exclusiva supremacía de Jesucristo.

La persecución vendrá cuando la Iglesia sea la conciencia de la nación y la sociedad. La Iglesia debe alabar lo bueno, pero resistir, enfrentarse, aguantar y debe igualmente condenar lo malo.

Gozaos y alegraos: “Saltad”, como si él quisiese que el regocijo interno venciese y absorbiese el sentimiento de todas las afrentas y sufrimientos.

Sufrir por causa de Cristo es un privilegio que debería ser causa de gozo. Grande es el galardón que espera a los que así vienen a ser compañeros de los profetas en la tribulación.

Aquellos portavoces de Dios en el Antiguo Testamento se mantuvieron fieles a pesar de la persecución. Todos los que imitan Su leal valor compartirán su presente entusiasmo y  futura exaltación.
Nos hacemos herederos de Su carácter y sufrimiento y la recompensa nuestra será la misma.

La bienaventuranza representa un retrato del ciudadano ideal en el reino de Cristo. Observemos el énfasis en la rectitud o justicia, la paz y gozo.

Es posible que Pablo tuviese este pasaje en mente cuando escribió “Porque el reino de Dios no es comida, ni bebida, sino justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo”. (Romanos 14:17)

Debemos alegrarnos en medio de los sufrimientos, alegres en medio de ellos, al saber que Cristo va delante de nosotros y al mismo tiempo, no nos deja atrás, sino que nos acompaña. Seremos recompensados en el reino de los cielos.

Fuentes consultadas: Curso de Interpretación Esotérica de los Evangelios (Kabaleb). Iglesia Cristiana Mega Zoe.

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