lunes, 21 de mayo de 2012

Significado Espiritual de las Enfermedades Respiratorias


Desde muy pequeño he sufrido de enfermedades respiratorias, especialmente, bronquitis y neumonías.

Estamos estudiando las distintas manifestaciones de un signo del Elemento Aire: Géminis. Relacionarlo con los problemas físicos derivados del aparato respiratorio, no es más que conocer la vinculación que existe entre el Pensamiento-Aire y la capacidad de respirar.

Podríamos determinar de entrada, que todos los trastornos respiratorios, especialmente los de vías bajas, están indicándonos que existe desarmonía con el proceso de exteriorización del pensamiento, así como con las tareas de relación y comunicación con los demás.

Al igual como el Aire-Oxigeno es imprescindible para que la vida física se manifieste, el Aire-Pensamiento es imprescindible para que nuestro Yo Superior o Ego pueda, igualmente, expresarse. Nuestra Esencia Divina, el Yo Espiritual, utiliza el Cuerpo Mental -vehículo superior en el que evoluciona el ser humano- para construir vida y así poder adquirir conciencia. De hecho, todo cuanto ha sido creado materialmente, antes de ser materia, ha sido energía mental, una idea.

Cuando la naturaleza humana a través de otro de sus vehículos, el Emocional, impide que exista una relación armónica con el Mental, se produce un desorden de vehículos que se manifestará, finalmente, en el Cuerpo Físico en forma de enfermedad.

Una inflamación de los pulmones o una infección, nos está indicando que existe una lucha entre nuestras emociones y nuestros pensamientos, hasta tal punto que nos está llevando a un estado de mala relación con nuestro cuerpo.

Debemos reflexionar sobre una cuestión en particular:
  • ¿Estamos justificando con nuestra mente, deseos inferiores?
  • ¿Estamos argumentando teorías egoístas para satisfacer nuestros intereses?
  • ¿Está nuestra mente castigando con dureza nuestra naturaleza pasional?
En definitiva, el desorden es la expresión de un proceso de lucha interior, y en ocasiones, como puede ser este caso, de lucha exterior por lograr vencer al contrario, al que interpretamos como enemigo, cuando no es más que una expresión proyectada de nosotros mismos.