¿A qué tentación se referirá
esta parte de la Oración? Tendremos que remontarnos una vez más al Génesis,
para encontrar la primera referencia relacionada con la “tentación”. El escenario,
ya lo conocemos, el Paraíso Terrenal y los protagonistas, son actores bien
conocidos, Adán y Eva, los representantes simbólicos de la Oleada de Vida
Humana en los albores del 4º Día de la Creación. Entre estos personajes no
podemos obviar a la Serpiente, pues su papel fue muy significativo entonces y
sigue siéndolo en la oración del Padre Nuestro.
Sucumbir a la
tentación de la Serpiente-Lucifer, significó para el proceso evolutivo del Alma
Humana, un importante paso hacia adelante. Supuso el despertar de la naturaleza
emocional, el despertar al poder creador de los deseos y al mismo tiempo,
significó, el tránsito de la conciencia grupal a la individual. El precio por alcanzar ese nivel evolutivo, ya lo
hemos analizado en otra ocasión, fue el
adquirir el alimento, es decir, la conciencia, por la vía del trabajo y del
rigor.
Por lo tanto, el
valor que debemos dar a la tentación original, debe ser dirigido en ese
sentido, es decir, ser tentado significa que elegimos el camino de la
experiencia como única vía de aprendizaje.
Esta dinámica vigente
en nuestro devenir humano, debe dar paso a una nueva secuencia de aprendizaje. Pertenece
al “hombre viejo”, al hombre bregado en la ley antigua, en la que impera la Ley
del Talión: “Ojo por ojo y diente por diente”. Estamos hablando del proceso
involutivo de la creación.
Pero cada Día de la
Creación, tiene 7 Rondas, una por cada uno de los 7 Días. La humanidad actual,
que se encuentra sumida en los Trabajos del 4º Día, ha recorrido ya las 3
primeras Rondas, recapitulando los trabajos correspondientes a los 3 primeros
Días. Actualmente, se encuentra culminando la 4ª Ronda, la que se corresponde a
los trabajos propios del 4º Día, y las Almas más avanzadas, ya están realizando
los trabajos de anticipación de la 5ª Ronda, la que corresponde al 5º Día.
Ha sido Jesús, el
espíritu más evolucionado de la Oleada de Vida Humana, quien ha trazado el
camino por recorrer y nos ha dejado las huellas que debemos seguir, para
alcanzar la antesala del 5º Día, en la que alcanzaremos la condición angélica.
Jesús, nos ha dejado
una nueva enseñanza, basada en el amor, en el perdón. Su mensaje se resume en
la frase: “Amad al enemigo como a vosotros mismos; Amaos los unos a los otros
como Yo os he amo”.
Por lo tanto, Jesús,
con su enseñanza nos invita a conquistar la Nueva Jerusalem, este estadio
anímico que nos sitúa en la renovada condición paradisiaca. Ya no es necesario
aprender por la vía del rigor, ya no es necesario pagar nuestros errores con la
ley del karma, ya no es necesario aplicar el “ojo por ojo y diente por diente”.
Su doctrina, nos abre una nueva senda, la del perdón, la del amor.
Cuando en la oración
del Padre Nuestro abordamos los trabajos de Yesod, la “matrona cósmica”, la
experta en el parto espiritual, debemos estar dispuestos a realizar,
precisamente, la labor encomendada a dicho Centro, hacer llegar a Malkuth –Tierra-,
las energías trabajadas en las demás instancias, debemos estar dispuestos a
hacer realidad la verdad que hemos gestado. Esa verdad, pasará los filtros del
laboratorio de la vida, de donde extraeremos la conciencia del bien y del mal.
Cuando Jesús-Amor, toma el
timón de nuestras vidas, reinvierte el rumbo de los centros activos en nuestra
naturaleza espiritual y Yesod ya no está obligada a dirigir sus energías a
Malkuth, sino que le reorientará hacia Tiphereth –conciencia- y en ese crisol,
los metales se convertirán en oro y nuestro espíritu se enriquecerá con la
vivencia del Amor.
La tentación del
maligno, es aquella que nos invita a tomar la senda del rigor para alcanzar el
nivel de conciencia.
Cuando superemos esa
tentación, sentiremos como una luz procedente de nuestro corazón nos ilumina,
permitiéndonos ver con perfecta nitidez, el alcance de la energía creadora.
...continuará
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