Comenzaremos analizando
el término “santificar”. Se hace imprescindible profundizar en el significado
de este concepto, para tratar de comprender los trabajos que debemos realizar
con relación a esta proclamación.
Si tomamos un diccionario, encontraremos que santificar, significa “dedicar a Dios algo”. Igualmente, podemos aplicarle el significado de “bendición”, “consagración”. Santificar es “hacer a uno Santo por medio de la gracia”. Podríamos concluir, que dicho término nos invita a pensar en un estado de exaltación, de profundo reconocimiento de un valor.
Si tomamos un diccionario, encontraremos que santificar, significa “dedicar a Dios algo”. Igualmente, podemos aplicarle el significado de “bendición”, “consagración”. Santificar es “hacer a uno Santo por medio de la gracia”. Podríamos concluir, que dicho término nos invita a pensar en un estado de exaltación, de profundo reconocimiento de un valor.
Dar la condición de
Santo, nos lleva a profundizar en la idea de aquellas personas que dan muestras
de virtudes a través de su sabiduría, de sus experiencias de entrega abnegada y
servicial. Se trata de la persona entregada a la divinidad, es decir, de la
persona que sigue la Voluntad de Dios.
Nos encontramos en la
Morada del Séfira Hochmah, centro de conciencia donde la especialidad es la
Sabiduría y el Amor Universal. Hochmah, es el He primordial, y con ello debemos
entender, que su papel estelar en el proceso de la creación, es convertirse en
la “tierra fértil y fecunda”, donde debe cobijarse la “semilla” del Yod-Kether.
Por lo tanto, si Kether es el impulso creador por excelencia, cuya
manifestación se traduce como Voluntad, diremos, que en Hochmah, esa Voluntad
encuentra el espacio propicio para llevar a cabo su Obra Creadora y ese espacio
se llama Amor.
Cuando Hochmah se
siente activo, digamos preñado con la semilla de la Voluntad, internamente se
produce un acto de magia inconcebible, pues comienza el proceso de dar forma a
la criatura que ha de nacer, llegada su hora.
La experiencia vivida
es semejante a una explosión de júbilo, una exaltación sublime de las energías
emocionales, para que acepte dar cobijo y protección a esa semilla creadora,
cuyo designio es crear y multiplicarse.
Por lo tanto, cuando
proclamemos: “Santificado sea tu nombre”, lo que verdaderamente estamos expresando,
es nuestro profundo deseo de que el Amor vivifique con sus “aguas purificadoras”,
la Voluntad del Padre, o lo que es lo mismo: “declaro, y amo de todo corazón,
realizar el designio encomendado”.
Por lo general,
pasamos gran parte de nuestra vida sin saber qué es lo que debemos hacer, cuál
es nuestra misión en la vida. Es una pregunta, que me han trasladado muchos
estudiantes, inquietos por conocer su destino. Me gustaría invitaros a
experimentar un “acto de magia”. Cuando vuestras inquietudes os lleven a dar
respuesta a esta cuestión, cuando no encontréis el Norte de vuestra vida,
buscad un espacio, donde se respire tranquilidad, donde podáis comunicaros con
vuestro Yo Espiritual y elevar la plegaria del Padre Nuestro. Cuando lleguéis a
la sentencia que estamos analizando, imaginad que vuestro corazón se ilumina,
se exalta en un profundo sentimiento de amor que da cobijo al Designio que,
como una semilla, proviene del Padre.
Visualiza como ese
sentimiento de Amor inunda todo tu ser, y proclama tu fidelidad a la Voluntad
Superior… Esa Voluntad-Designio, no tardará en revelarse en tu Cuerpo
Emocional. Tu afán interno por darle cobijo, despertará a las Fuerzas de la Providencia,
y de una manera inesperada, anecdótica, algunas veces, casi milagrosa, tendrás
la evidencia interna de lo que se espera de ti. Lo vivirás como una revelación,
y en muchas ocasiones, el resultado de esa vivencia, lleva a quien lo
experimenta a tomar decisiones insospechadas. Lo que si puedes tener por
seguro, es que cuando se produzca esa interacción, nada en tu vida será lo
mismo.
...continuará
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