martes, 23 de febrero de 2016

Interpretación Astro-Cabalística del Evangelio de Marcos: Trabajos de Tauro (IV)


PREPARACION DE LA ÚLTIMA CENA

12 El primer día de los Ácimos, cuando se sacrificaba la Pascua, dijeronle los discípulos: ¿Dónde quieres que vayamos para que preparemos la Pascua y la comas? 13 Envió a dos de sus discípulos y les dijo: Id a la ciudad, y os saldrá al encuentro un hombre con un cántaro de agua; seguidle, 14 y donde el entrare, decid al dueño: El Maestro dice: ¿Dónde esta mi departamento, en que pueda comer la Pascua con mis discípulos? 15 Él os mostrará una sala alta, grande, alfombrada, pronta. Allí haréis los preparativos para nosotros. 16 Sus discípulos se fueron, y vinieron a la ciudad, y hallaron como les había dicho, y prepararon la Pascua.

Ya nos encontramos en plena fiesta Pascual. La hora crucial se acerca, el momento decisivo ya se respira en el Aire. La Verdad está a punto de manifestarse en toda su plenitud. Pero antes, hay que cumplir con los preceptos instituidos. No importa, que en nuestro interior ya no sintamos la necesidad de alimentarnos con los mismos manjares de nuestros antepasados. Tal vez, nosotros hayamos descubierto otro modo de realizar las cosas, pero antes de descubrir nuestro "sistema" debemos agotar el proceder de lo antiguo, debemos aceptar las condiciones de juego del hombre antiguo, pues estas, han sido nuestras mismas condiciones en la anterior etapa que tratamos de sublimar.

Es la hora de demostrar que, sin formar parte del mundo viejo, se respetarán sus normas, sus costumbres, sus fiestas. Jesús, nuestro Maestro interno, debe saber ver con claridad dónde debemos celebrar la pascua. Él debe conocer a la perfección su mundo interno, sus diferentes vehículos, pues cuando sus discípulos le reclamen preguntándoles: ¿Dónde quieres que vayamos para que preparemos la Pascua y la comas?, no podemos contestarle con titubeos o aludiendo que no sabemos dónde.

Veamos qué respuesta da el Hijo del hombre a sus discípulos; prestemos atención, pues nos da importantes claves para comprender como suceden las cosas en nuestras vidas.

En primer lugar, envía a dos discípulos Ya sabemos lo que esto significa. El número dos, es el del amor, y al mismo tiempo, el que desarrolla el proceso de interiorización. Es importante este detalle, pues en este capitulo, lo que estamos aprendiendo, es a integrar el último de los Elementos, la Materia, en la "nueva consciencia". Ese proceso es el protagonizado por Tauro. Por lo tanto, que sean dos los discípulos, nos está revelando que, en nuestras acciones, debemos desear movilizar siempre el amor.

En segundo lugar, los manda a la ciudad. Podría haber elegido un lugar secreto o alejado del bullicio, como la montaña, o como los bosques, sin embargo, es a la ciudad donde debemos dirigir a los representantes del amor. ¿Por qué? Pues porque el amor debe abarcar a la muchedumbre que se encuentra arropada en el calor que le proporcionan las viejas instituciones. Él sabía que en el desierto, en las montañas, se encontraría con los buscadores, pero Él no venía a dar luz a los que ya le seguían, sino a los que no tenían. En la ciudad, en nuestra ciudadela interna, encontramos a las tendencias acomodadas, frágiles y prisioneras de sus costumbres, de sus riquezas y posesiones. Ahí es donde debemos dirigirnos con nuestro amor, aunque sepamos que será el lugar donde menos nos aceptarán.

En la ciudad, nos saldrá al encuentro un hombre con un cántaro de agua: sigámosle.

Da la sensación, tal y como explica el cronista los hechos, que Jesús tenía previsto todo lo que iba a ocurrir. Ello da motivos a pensar, que o bien lo tenía planeado, hipótesis que no tiene sentido, o bien, que tenía la capacidad de ver, es decir, era clarividente voluntario, lo que le permitiría profetizar acontecimientos antes de que estos sucedieran. Esta reflexión se encuentra dentro de la dinámica que estamos estudiando, y podemos afirmar esto, debido a la manifestación de ese personaje acompañado con un cántaro de agua que nos sale al encuentro. ¿Quién es ese hombre? ¿Qué representa en este tramo del camino?

Algunos de vosotros ya habréis intuido que se trata de una clara alusión al Arquetipo del signo Acuario, el Aguador. La razón de que aparezca en la escena donde se llevan a cabo los Trabajos de Tauro, la fiesta Pascual donde se comerá del alimento sagrado, es la misma que hemos visto al comenzar este capitulo XIV, en el que el cronista nos situaba en la tierra de la conspiración Acuariana.

Jesús nos invita a utilizar correctamente las energías mentales que se gestan en la dinámica de Acuario, pues ya en la naturaleza humana esas energías están siendo utilizadas inadecuadamente por los príncipes de los sacerdotes y los escribas.

Jesús se dirige a las tendencias más elevadas que hay en nosotros, las que están representadas por los discípulos, pues de este modo, dadas las instrucciones correctas, se abrirá un camino nuevo por el que al principio circularan pocos, pero con el tiempo, se convertirá en la autopista más transitada.

Por lo tanto, será nuestra naturaleza acuariana, nuestra capacidad para gestar la verdad a la que debemos seguir. También podemos decir que será en la Era de Acuario cuando el hombre tendrá la oportunidad de celebrar la Pascua con Jesús, la posibilidad de comer de su Cuerpo, y beber de su Sangre. En esa Era, el hombre que sepa seguir los pasos del Aguador, se convertirá en un verdadero discípulo del Cristo y alcanzará el proceso de Liberación

Donde entre ese hombre Acuariano, debemos entrar y preguntar al dueño, ¿dónde está mi departamento en que pueda comer la Pascua con mis discípulos?

¡Que maravilloso momento! Nuestros pasos, guiados por el amor, nos llevan a seguir al Aguador; nos lleva a asimilar la nueva verdad, esa verdad que será la que se convierta en carne y en sangre para alimentar al hombre nuevo. En ese momento, se produce un nuevo encuentro, en esta ocasión, con el verdadero dueño; la nueva verdad, nos pondrá en contacto con ese personaje al que tanto le hemos dado la espalda en el pasado. Ese dueño, es verdaderamente dueño y señor de nuestras vidas, es nuestro Yo Espiritual. Preguntémosle a Él, ¿qué lugar ha de ocupar el Maestro en nuestra ciudadela psíquica-mental? Debemos dirigirnos a nuestro Yo Divino y preguntarle, ¿dónde debemos protagonizar ese encuentro maravilloso, entre el Amor-Jesucristo y sus tendencias más fieles, los discípulos?

El Yo Espiritual, no podría ser de otro modo tratándose del amor, conociendo la Fuerza que reclama su atención, dispone una sala alta, grande, alfombrada y pronta; nos dispone el centro de Hochmah, donde encontramos la Fuente del Amor Universal. Esa es la morada donde encontramos el Arquetipo de todos los signos He. En esta morada se dan cita los signos de Leo, Escorpio, Acuario y Tauro, pues en ellos, el amor se manifestará con diferentes rostros.

En Leo, lo hace como un ideal, como un Principio abstracto: ¡Hay que amar al mundo!

En Escorpio, lo hace como un sentimiento propio, como autosatisfacción: ¡El amor bien entendido empieza por uno mismo!

En Acuario, lo hace como una extensión que alcanza a las relaciones: ¡Yo y tú, somos iguales. Amo lo que hay en ti, pues formas parte de mí!

Por último, en Tauro, lo hace a través de sus acciones y obras: ¡Te ofrezco lo que poseo para que te alimentes y hagas uso de ello!

En la sala de Hochmah encontramos todos los preparativos para celebrar la Pascua. El amor universal debe convertirse en la sala, donde nos encontraremos con nuestro Maestro y con el resto de nuestros hermanos de ruta.


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