miércoles, 3 de febrero de 2016

Interpretación Astro-Cabalística del Evangelio de Marcos: Trabajos de Géminis (IV)


LA HIGUERA SECA

20 Pasando de madrugada, vieron que la higuera se había secado de raíz. 21 Acordándose Pedro, le dijo: Rabbi, mira: la higuera que maldijiste se ha secado. 22 Y respondiendo Jesús, les dijo: Tened fe en Dios. 23 En verdad os digo que si alguno dijera a este monte: Quítate y arrójate al mar, y no vacilara en su corazón, sino que creyere que lo dicho se ha de hacer, se le hará. 24 Por eso os digo: todo cuanto orando pidiereis, creed que lo recibiréis y se os dará.
En este pasaje asistimos a una escena que se da muy frecuentemente en nuestras vidas. Se trata de un proceso psicológico interno que se pone de manifiesto cuando nos encontramos ante la necesidad de dar testimonio de nuestras creencias, lo que está dentro de la dinámica del signo que estamos estudiando.
Fijémonos de nuevo en el Árbol Cabalístico, y situemos el Elemento Aire y a Géminis en él. Observamos cómo dicho signo, se encuentra haciendo funciones de puente entre el Plano de Creación-Emociones-Fe y el Plano de Acción-Materia-Realidad. Esa situación hace posible que su labor mediadora nos lleve a ser los mensajeros de la energía precedente -el deseo/fe-, en el Mundo de lo Tangible-Malkuth.
¿Cómo realiza el Aire-Géminis, esta función de transporte?
A través de su ropaje mental, es decir, a través de las ideas, de las creencias. Podemos decir, que aquello en lo que creemos, no es tan sólo la voz de Malkuth; es decir, no es tan sólo el contenido extraído a través de la experiencia material. También forma parte de nuestras creencias, lo que hemos amado con nuestras emociones, la verdad del Fuego, y que ahora se manifiesta como fe.
El proceso involutivo del que tanto hemos hablado, en relación con la consciencia de separación de la unidad divina, favorece principalmente la conexión Malkuth-Aire, esto es, la realidad material. Aquello que experimentamos es la causa de nuestras creencias, y esto es así, porque nuestras emociones no trabajan para el Fuego-Dios-Unidad, sino para Malkuth-Tierra-Separabilidad.
Con la llegada de Jesús-Amor, las emociones reorientan su mirada, y comienzan a Trabajar para el Padre-Unidad. A partir de ese momento, la fe es el canal de comunicación entre Dios y el hombre; y Géminis-creencias, al enriquecerse de esa fe, debe dar testimonio de ella en la tierra.
No es casual que sea Pedro-Tierra-Capricornio quien recuerde la maldición de la higuera. Él representa el Mundo de las Acciones, el Mundo de los Frutos. Él, su esencia, debía ser el fruto de esa higuera, sin embargo, cuando Jesús se acercó a ella, no encontró ninguno, es decir, en nuestra tierra humana no halló ningún acto de amor, de unidad, de ahí que su “maldición” cayera sobre ella.
Si ese fruto fuera el de Géminis, el de la Verdad, lo que en realidad nos estaría revelando, es que en nuestras creencias no habría el suficiente amor, y que ello sería causa de esterilidad.
En efecto, Géminis-Palabra, la comunicación, es una pieza importante en la construcción de la sociedad. Si en ella no hay amor, el Pedro que construimos, es decir, la realidad que edificamos, será una realidad efímera, ilusoria, como la que estamos viviendo, pues nuestras creencias nos llevan a la convicción de que somos lo que vemos que somos, mientras que negamos la existencia de nuestro verdadero ser.
Ahora podemos darnos cuenta de que la realidad no es más que el fruto de nuestras creencias. Cambiémoslas, si queremos hospedar a Jesús-Amor en ellas.
Jesús nos dice: “Tened fe en Dios”, es decir, recuperad el poder creador de los deseos y utilizadlo para amar al Padre. Él es la única realidad, no el Mundo Material, que por ser perecedero, es irreal.
El Maestro nos enseña el verdadero poder de la fe, refiriéndonos, que si en verdad no vacilamos en nuestro corazón y creemos, podemos decir a este monte: “Quítate y arrójate al mar, y se hará”. Muchos de los aspirantes a la verdad, no han acabado de comprender este punto de la enseñanza de Jesús.
Recuerdo a un compañero, al que la vida le llevó a enfrentarse a una dura prueba, su hermano padecía un cáncer. Él quiso aplicar sus conocimientos, y sobre todo el que estamos tratando; tenía mucha fe en que sus oraciones serían escuchadas por Dios y que su hermano se curaría. Sin embargo, la Voluntad del Padre, fue muy distinta a los deseos de este compañero. Su hermano falleció y su fe se vio frustrada. A partir de aquel día, sus creencias se vieron sometidas a un profundo cambio.
¿Qué falló? Si su fe debía ser suficiente para mover ese “monte”, esa enfermedad, por qué no se salvó su hermano?
Jesús nos dice: “todo cuanto orando pidiereis, creed que lo recibiréis y se os dará”. Orar, ya hemos visto, es hablar con Dios, comunicarnos con Él; pero no siempre comprendemos lo que esto significa. Cuando le remitimos nuestras suplicas, muchas veces no sabemos poner el destino adecuado. Para dirigirnos al Padre, la dirección debe poner: “Hágase tu Voluntad y no mis deseos”. Debemos hacerlo así, pues Él sabe mejor que nosotros de nuestras necesidades evolutivas.
Si el Yo Espiritual ha elegido adquirir un nivel de consciencia, y nuestra personalidad profana no es receptiva a ello, esta falta de adaptación a la Voluntad Superior, puede cristalizarse en último extremo, como una experiencia de liberación del cuerpo físico a través de una anécdota como la que hemos referido en el ejemplo.
Hoy día se habla del Amor como de una medicina milagrosa, pues se ha comprobado, científicamente, que aquellas personas que se salvan de enfermedades hasta hace poco incurables, como el cáncer, responden a un tipo de personalidad cuyo rasgo común es una actitud abierta, optimista, luchadora, y sobre todo, dispuesta a dar, a perdonar, a recibir, a aceptarse tal y como son, en definitiva a amarse a si mismos en un sentido trascendente.
Muchas veces pedimos cosas que van en contra de nuestro Programa Divino y el de los demás. Mover “montañas” significa, mover los obstáculos que se interponen entre Dios y nuestra consciencia humana. La fe, es la creencia de que podemos vencer cualquier debilidad que nos impida desarrollarnos como Dioses en formación que somos.
25 Cuando os pusiereis en pie para orar, si tenéis alguna cosa contra alguien, perdonadlo primero, para que vuestro Padre, que está en los cielos, os perdone a vosotros vuestros pecados. 26 Porque si vosotros no perdonáis, tampoco vuestro Padre, que está en los cielos, os perdonará vuestras ofensas.
Esta ultima parte de este pasaje, nos ayuda a comprender el verdadero uso que debemos dar a la oración, a la comunicación con Dios, la expresión más sublime de Géminis.
La palabra debe dar testimonio del verdadero amor. Si nuestro Cuerpo Emocional no ha perdonado, y tiene deudas con el prójimo, es necesario saldar esas deudas a través del amor-perdón, y actuando de este modo, Dios, el Padre, nos perdonará a nosotros, permitiéndonos que el fluido de nuestra “palabra” sea verdaderamente testimonio de Dios.
Tenemos que recordar algo que ya hemos dicho en otra parte de estas enseñanzas. El enemigo es el reflejo, la proyección de la energía, que nuestra consciencia no acaba de integrar. Se trata de esa tendencia, de la lección que rehusamos aprender, la piedra en la que tropezamos una y otra vez. Es en nuestro interior donde debemos conciliarnos con ese enemigo, que forma parte de nuestro Yo. Por ello, cuando queramos comunicarnos con Dios a través de la oración, cuando nos pongamos de pie, en disposición de movilizar nuestra voluntad para hablar con nuestro Yo Superior, tengamos presente, en primer lugar, que no podemos estar cargados de rencores, de odios, pues si esto es así, el amor, la energía emocional no circulará con fluidez, se encontrará bloqueada, y la energía divina, no podrá penetrar en nosotros, del mismo modo que nuestra energía-amor no llega a los demás.
El enemigo adopta muchos rostros cuando se manifiesta externamente. Uno de ellos es la enfermedad. La función primordial de esta anécdota vivida por nuestro Cuerpo Material no es otra, que indicarnos cuál es la relación, cuál es la comunicación entre el Yo Superior y el Yo Inferior; esto es, entre nuestra naturaleza divina y la humana. Cuando nuestro comportamiento humano no responde a la realización de la Voluntad divina estamos generando causas, que al expresarse como efectos lo harán como desarmonía física. Por lo tanto, si con nuestro pensamiento nos mostramos arrogantes, avaros, soberbios, iracundos, golosos, envidiosos, perezosos, rencorosos, etc., esa semilla, al crecer en nuestras acciones humanas avivadas por la identificación de nuestras emociones, dará lugar a estados inarmónicos a los que la ciencia, ha llamado enfermedad.
Tendremos pues que cambiar el contenido de nuestros pensamientos, para que estos, a su vez, den una nueva motivación a nuestras emociones y así poder lograr dar vida a un mejor estado de vibración en el Cuerpo Físico.
No es difícil conseguir este procedimiento alquímico de nuestra naturaleza humana, tan sólo debemos estar dispuestos a pronunciar esa hermosa frase: ¡Estás perdonado. Nada nos ata por lazos de odio, de rencor o de culpa. Mi amor te libera!

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