martes, 26 de enero de 2016

Interpretación Astro-Cabalística del Evangelio de Marcos: Trabajos de Acuario (IV)


EL PELIGRO DE LAS RIQUEZAS

17 Salido al camino, corrió a Él uno, que arrodillándose, le preguntó: Maestro bueno, ¿qué he de hacer para alcanzar la vida eterna? 18 Jesús, le dijo: ¿Por qué me llamas bueno? Nadie es bueno sino solo Dios. 19 Ya sabes los mandamientos: No matarás, no adulterarás, no robarás, no levantarás falso testimonio, no defraudarás, honra a tu padre y a tu madre. 20 El le dijo: Maestro, todo esto lo he guardado desde mi juventud. 21 Jesús, poniendo en él los ojos le amó y le dijo: Una sola cosa te falta: vete, vende cuanto tienes y dalo a los pobres, y tendrás un tesoro en el cielo; luego ven y sígueme.

Comienza el cronista situándonos en la posición donde se desarrollarán los Trabajos. Él nos dice: “Salido al camino...”. Debemos entender con ello, que nos encontramos de nuevo en la ruta que corresponde a la dinámica que debemos conquistar. Anteriormente hemos recapitulado los Trabajos de Libra, ahora salimos de nuevo al camino; es decir, nos dirigimos a los Trabajos propios del signo Acuario, los que corresponde al segundo decanato. Es el momento en el que la consciencia se manifiesta en el proceso de interiorización de las leyes divinas; es la hora de aprender a acumular las energías de la verdad y a utilizarla. Veamos como nos describe Jesús, esta enseñanza.

Hasta Él, corre un hombre que desea conocer lo que debe hacer para alcanzar la vida eterna. Ese hombre llama a Jesús, Maestro bueno, y a pesar del reconocimiento, del "cumplido", Jesús, le contesta que nadie es bueno, sino solo Dios.

Pudiera parecer una respuesta incoherente, sin embargo, no lo es. Debemos tener presente, que Acuario debe llevarnos a conocer las energías creadoras y la organización cósmica. Cuando estudiamos el Génesis, comprendemos que la unidad primordial, la máxima verdad, lo realmente bueno, es Kether-Dios. Esa unidad, manifestándose en Hochmah, dio lugar en una primera etapa a la división de las emociones. Este estudio puede el estudiante encontrarlo en la Obra de Kabaleb, “Los Misterios de la Obra Divina”.

Aquí nos conformaremos con anunciar el propósito de Jesús, de dar a conocer a esa voluntad-hombre, el esquema del orden creativo; la única y buena verdad es Kether-Dios. De Él ha nacido todo lo que conocemos en relación con nuestro sistema solar, a nuestro universo.

Jesús, continua respondiendo al buscador, y le remite al cumplimiento de la antigua ley, a cumplir los mandamientos. Con esta respuesta, le sigue revelando la mecánica cósmica. Para poder acceder a Kether, para alcanzar la vida eterna, es imprescindible integrar en la consciencia, los mandamientos. Si nuestro comportamiento no respeta o viola alguno de estos preceptos divinos, y nuestra voluntad persigue alcanzar el reino del Padre, nos estaremos mintiendo, no podremos desligarnos de las ataduras materiales mientras que tengamos que cumplir la ley en el Mundo Físico.

Pero nuestro hombre-voluntad ya cumple con los preceptos, los ha guardado desde su juventud, es decir, se encuentra en un nivel evolutivo que ha de permitirle avanzar. Ese hombre es el que ha terminado los Trabajos de la Columna de la Izquierda, pero aún le queda dar un importante paso. Ha conquistado el Séfira Binah, y desea penetrar en Kether. Es por ello, que Jesús, poniendo en él los ojos, le amó y le dijo: “una sola cosa te falta: vete, vende cuanto tienes y dalo a los pobres, y tendrás un tesoro en el cielo”.

El Sendero que une Binah-Hochmah, se corresponde con los Trabajos de Acuario. La astrología convencional atribuye a Urano-Hochmah la regencia de Acuario, y una corregencia a Saturno-Binah. Como se puede comprobar, estos Séfiras están presentes en la dinámica que estamos estudiando. Mientras que el hombre necesite aprender de los Mandamientos, ese Acuario, responderá más a las influencias de Saturno; mientras que si ya ha guardado los preceptos divinos, responderá a los latidos de Urano.

Kabaleb nos describe los Trabajos del Sendero que une Binah-Hochmah con la frase: “Deja todo lo que tiene y sígueme”. Ahora comprendemos por qué esto es así. Llegado un momento de nuestra evolución., debemos trascender las leyes y estar dispuestos a algo que no siempre es fácil, “dejar toda nuestra hacienda”. Esa “hacienda” es la que nos mantiene prisioneros de nuestras posesiones. Esa hacienda no es tan solo material, es más, estando en la dinámica de Acuario, yo diría que Jesús nos advierte, de que lo que tenemos que “vender” son nuestros procesos mentales, pues si nuestros pensamientos nos inducen a poseer, entonces, no nos podremos desprender jamás de lo que tenemos.

Jesús-Amor, le está diciendo al hombre rico en conocimientos, en leyes, en normas, vende lo que sabes, es decir, sácale provecho, toma consciencia de todo ello, y con lo que obtengas, dáselo a los pobres, esto es, utilízala para alimentar a las nuevas tendencias que ya se encuentran en ti, pero que nunca has alimentado.
Si obramos así, tendremos un tesoro en el cielo, es decir, nuestra riqueza ya no será terrenal, sino espiritual.

22 Ante estas palabras se anubló su semblante y se fue triste, porque tenía mucha hacienda. 23 ¡Cuan difícilmente entrarán en el reino de Dios, los que tienen hacienda! 24 Los discípulos se quedaron espantados al oír esta sentencia. Tomando entonces Jesús, de nuevo la palabra, les dijo: Hijos míos, ¡cuan difícil es el entrar en el reino de los cielos! 25 Es más fácil a un camello pasar por el hondón de una aguja que a un rico entrar en el reino de Dios. 26 Más aún se pasmaron, y decían entre si: Entonces, ¿quién puede salvarse? 27 Fijando en ellos Jesús, su mirada, dijo: A los hombres si es imposible, más no a Dios, porque a Dios todo le es posible.

En esta parte del pasaje comprendemos que Jesús, cuando habla de “hacienda”, no se está refiriendo a las posesiones materiales, sino a la riqueza mental, a nuestro Cuerpo de Pensamiento, a cómo pensamos. Esa “hacienda”, esta representando nuestra ciudadela intelectual, nuestro Mundo Mental, donde atesoramos nuestras ideas y donde verdaderamente encontramos el criterio de riqueza.

La materia en si misma no es ni más valiosa ni menos, es el hombre quien interpreta, con su mente, lo que tiene valor y lo que no. Si ponemos un ejemplo tal vez lo comprendamos. Si le damos un alto valor material al oro, o al platino, no es tanto por su belleza, como por su escasez. Tener algo que otros no pueden tener, es para el hombre motivo de valor, pero no deja de ser un valor acuñado por el hombre y no por Dios. Es por ello que los discípulos se espantan; ellos son hombres y conocen que sus riquezas están en sus creencias. Si ahora Jesús, les dice, vende tus creencias y lo que te den por ellas, dáselos a los pobres, o lo que es lo mismo, deja todo lo que tienes en tu mente, y sigue al corazón, entonces no podemos evitar quedar pasmados. ¡Cómo ahora, éste nos dice esto! -pensaron-.

Si toda mi vida me he llevado interpretando las viejas escrituras, si he cumplido la ley al pie de la letra, si conozco todos los misterios, ¿cómo puedo olvidarme de todo cuanto se, para entrar en el reino de Dios? ¡No lo comprendo!

Recuerdo en estos momentos una conversación mantenida con Félix Gracia, y otros compañeros, en la que nos anunciaba en breves palabras, el fruto de su última revelación. Él nos contaba que había comprendido, que para entrar en el reino del Padre, las Escuelas de Misterios, donde se impartían técnicas y conocimientos de todo tipo, tenían un papel limitado. Estas Escuelas nos ayudan a cubrir una etapa del Sendero, pero ellas no tienen las llaves que nos permitirán penetrar en el reino. Esa llave estaba en manos del Espíritu Santo, el Mediador entre Dios y el hombre. Entonces comprendí a Félix, y hoy sigo compartiendo aquellas palabras, pues si nos conformamos con poseer conocimientos y no estamos dispuestos a trascenderlos para dar testimonio del Amor, responderemos como el hombre al que Jesús, invitó a vender su hacienda: agacharemos la cabeza y nos iremos entristecidos pensando en que no podremos dar ese importante paso.

Jesús, pone de manifiesto la doble personalidad que se dan cita en el ser. Por un lado, los deseos humanos, por otro la Voluntad Divina. Los primeros, no podrán nunca entrar en el reino y ello es debido a que en el reino del Padre no tiene cabida el reino material. A los segundos, es decir, a la naturaleza divina, si les será permitido, pues su creación es la consciencia.

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