domingo, 27 de diciembre de 2015

Interpretación Astro-Cabalística del Evangelio de Marcos: Trabajos de Transición Fuego-Agua (IV)

EL GRANO DE MOSTAZA

30 Decía: ¿a qué asemejaremos el reino de Dios o de dónde tomaremos parábolas?
Jesús buscaba el modo de enseñarnos la Verdad de la que era portador, de modo que pudiésemos entenderla utilizando los conceptos de nuestro mundo, el mundo que hemos creado con nuestro poder generador, los deseos.
31 Es semejante al grano de mostaza, que cuando se siembra en la tierra es la más pequeña de todas las semillas de la tierra; 32 pero sembrado, crece y se hace más grande que todas las hortalizas, y echa ramas tan grandes, que a su sombra pueden abrigarse las aves del cielo.
La Unidad, el Principio de todo proceso creador, es la más pequeña de todas las partes. Todo da comienzo con el número 1, y cualquier cifra, por muy grande que esta sea, siempre es reducible a la unidad, pues en verdad, su total no es más que el resultado de la suma repetida de la propia unidad.
La voluntad, es ese impulso con el que da comienzo todo proceso creador; la voluntad está en analogía con el número 1 y adquiere todas sus cualidades y propiedades. Así, diremos que, el fruto-resultado de cualquier empresa, es siempre reducible al impulso de la voluntad; o lo que es lo mismo, para conseguir un resultado es necesario contar con la voluntad, pues esta se encuentra oculta en toda manifestación. Hablar de voluntad es hablar de la esencia de Dios.
Nuestra voluntad es como ese grano de mostaza, una vez puesta en marcha, crecerá y se convertirá en Obra, y esa Obra alcanzará niveles considerables dentro de nuestra consciencia.
Si queremos Trabajar al unísono con las leyes divinas, debemos tomar consciencia de que el Reino de Dios está en nosotros y no fuera, pues, ¿acaso no hemos sido creados a su imagen y semejanza? Es por ello por lo que hablamos de movilizar la voluntad, pues en ella va inscrito el Reino de Dios.
33 Y con muchas parábolas como estas les proponía la palabra, según podían entender, 34 y no les hablaba sin parábolas; pero a sus discípulos se las explicaba todas aparte.
No todas nuestras tendencias internas se encuentran al mismo nivel de entendimiento. Nuestro Espíritu esta representado, en el evangelio, por Jesús-Cristo y, al igual como el Cuerpo Divino está formado por los Doce Zodiacales, el Cuerpo de nuestro Espíritu, está representado por los Doce Discípulos. Estos, recibían la enseñanza de primera mano; pues en verdad, cada uno de ellos, era en si mismo una enseñanza. Sin embargo, el resto de nuestros vehículos, el emocional, el etéreo y el físico, tienen otra capacidad de entendimiento. Para hacerse comprender, Jesús-Ego les propone la Palabra a través de parábolas, puesto que este lenguaje si lo comprenderán, pues esta formulado en su mismo idioma.
Nosotros debemos aprender, igualmente, a enseñar utilizando el lenguaje adecuado para cada situación. Si revelamos las cosas del Espíritu a alguien que nunca ha oído hablar del tema, posiblemente no nos entenderá y seguirá su camino sin que hayamos podido ayudarle. Ahora bien, si conocemos su modo de sentir y pensar, sí podremos hacerle llegar las verdades del reino en un lenguaje accesible y comprensible.

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