SEGUNDO DIA DE LA CREACION : EL AGUA
CANCER-ESCORPIO-PISCIS
En el capítulo dedicado al Elemento Fuego, hemos descrito los
trabajos correspondientes a los signos de Aries, Leo y Sagitario, tal y como se
manifestaron en el Primer Día de la
Creación. Hemos hecho una exposición que nos permitirá comprender
su sentido más trascendente, su origen, hasta alcanzar su expresión psicológica
y mundana, gracias a la cual estaremos en condiciones de reconocer sus
cualidades, bien en nosotros mismos como en los demás compañeros de ruta.
Pero en ese punto del camino recorrido, aún nos encontramos muy
lejos de la meta. La Obra
con el Elemento Fuego tan sólo ha hecho empezar. A partir de ahora
continuaremos la ruta, y lo haremos siguiendo fielmente el itinerario trazado
por Elohim en su Gran Obra Creadora y que se recoge en el Génesis.
Comencemos exponiendo el texto convencional, para más tarde
analizarlo con las claves ocultas y la traducción de Fabre d´olivet.
Dijo luego Dios: "hay firmamento en
medio de las aguas, que separe unas de otras; y así fue. E hizo Dios el
firmamento, separando aguas de aguas, las que estaban debajo del firmamento de
las que estaban sobre el firmamento. Y vio Dios ser bueno. Llamó Dios al
firmamento cielo, y hubo tarde y mañana, segundo día"
He aquí la versión de Fabre d´olivet, tal y como se expone en el
estudio del Génesis escrito por Kabaleb:
"Declarando a continuación su voluntad,
El-los Dioses: habrá una expansión etérea en el centro de las aguas; habrá una
fuerza rarificante operando en el partazgo de sus facultades opuestas. Y El, el
Ser de Seres, hizo esta Expansión etérea; excitó ese movimiento de separación
entre las facultades inferiores de las aguas, y sus facultades superiores y así
se hizo. Designando, El-los Dioses, esta expansión etérea con el nombre de
cielos, las aguas exaltadas; y tal fue el Occidente y tal fue el Oriente; el
objetivo y el medio; el término y el arranque de la segunda manifestación
fenoménica".
No resulta difícil comprender en qué consistió el trabajo que
Elohim realizó en el Segundo Día de la
Creación y su correspondencia con el segundo de los elementos en
acción, el Agua. La separación de las Aguas, estableciéndose una clara
demarcación entre las facultades superiores y las inferiores nos sugiere una
labor de clarificación que determinó la calidad del Elemento en cuestión.
Las Aguas del Segundo Día no son otras que las energías
colaboradoras de los Zodiacales procedentes de los signos Cáncer, Escorpio y
Piscis.
Cuando el texto sagrado hace referencia al Elemento líquido, no
debemos pensar que se trataba de las aguas tal y como hoy la conocemos, puesto
que en ese punto del proceso evolutivo, la fase activa era la
He , y como bien se expone en el capítulo dedicado a las Fuerzas
Creadoras, el nombre sagrado de JEHOVA -Yod, He, Vav, 2º He-, nos define las
diferentes etapas que se manifiestan en un proceso creador, siendo la fase 2º
He, cuando se materializan las energías. Por lo tanto, ese elemento acuoso se
está refiriendo a un estado de energía, concretamente la de los Deseos, gracias
a la cual, el hombre podría adquirir la facultad de sentir y amar.
Lo que Elohim llevó a cabo en el Segundo Día fue organizar
adecuadamente este territorio anímico donde el hombre se "jugaría" el
ritmo de su propia evolución. Para ello, dividió y diferenció las emociones, en
superiores y en inferiores.
El porqué Elohim no fue capaz de llevar su luz a ese nuevo Plano
de Manifestación iluminando con ella el Mundo de los Deseos en su totalidad, es
todo un misterio difícil de desvelar a no ser que comprendamos que el Agua se
convirtió en el Elemento rebelde. Si llevamos esta teoría al campo de la
analogía, vemos como en efecto, el agua es "enemiga" del fuego, pues
lo apaga o se consume, si se encuentra en una proporción adecuada. Ya veíamos
que el Fuego era la Voz del
Espíritu marcándonos el Camino, el Norte. Si decíamos que el Agua son los
deseos, debemos entender, que su integración con el Fuego, es decir, la fusión
de la Voluntad Divina
en la naturaleza emocional produce una exaltación tan elevada en la personalidad,
que una parte de ésta se proclama en rebeldía oponiéndose al posterior
desarrollo evolutivo.
Eso mismo sucede cuando vemos en una carta astral, que existen
malos aspectos entre signos de Fuego y Agua. Entonces, la naturaleza humana se
endiosa y se siente superior, cayendo en las más viles acciones, inspiradas tan
sólo por un impulso egoísta y destructor.
Elohim tuvo dificultades para integrar el Elemento Fuego en su
totalidad, en ese otro plano donde el Agua se pronunció como protagonista.
Sería gracias al segundo aspecto de la divinidad conocida en Cábala como
Hochmah, el Principio del Amor, que convirtiéndose en Agua, pudo conseguir una
conciliación con el Fuego. De esto, extraemos una importante lección. El Amor
es el único recurso que tiene el hombre para alcanzar y canalizar adecuadamente
sus energías superiores de un modo constructivo. De lo contrario el acto de
rebeldía -como veremos más adelante-, se convertirá en una senda de dolor que
tarde o temprano nos llevará a ese punto del camino.
El trabajo de Hochmah, según nos lega la tradición, no pudo elevar
toda la "elementización" de los Deseos, pero sí logró establecer
diferentes regiones donde sí podría diferenciar la
Luz de las Tinieblas. Desde ese momento, el Segundo Día de la
Creación se convertiría en el de la división. Elohim, no lo
olvidemos, trabajó con Energías que le venían desde "arriba" por los
Zodiacales, y ese Elemento "contrario" y al mismo tiempo creador,
debe ser conquistado y sublimado para poder continuar el camino ascendente.
Sería un Espíritu evolucionante del Centro de Hochmah, quien
encarnado en un hombre llamado Jesús, retomaría el testigo para continuar la
labor que la humanidad no había conseguido hasta ahora. Ese Espíritu es el de
Cristo, y su acto de amor sacrificándose por la humanidad, le valdrá a éste, un
paso gigantesco en el proceso de la evolución.
Hiran Abiff y Salomón fracasaron en su empeño de armonizar ambos
Elementos. Estos personajes míticos, representan nuestra naturaleza dual. Sería
Jesús-Cristo quien culminaría el verdadero trabajo, y para lograrlo, el Maestro
nos dejó una sola huella, la del sacrificio amoroso.
Quizás obtengamos una clave importante para desvelar este enigma
en la descripción que da Moisés al término Agua, y que bien recoge Kabaleb en
su obra sobre el Génesis: "imagen de la universal pasividad de
las cosas".
En efecto, estamos ante el He Primordial, ese estado de
interiorización que nos lleva a "oponernos" al impulso activo motor.
Son fuerzas contrarias y tenemos que tener muy presentes esa expresión
característica del Elemento Agua, que en su trabajo profundo permite al hombre
descubrirse internamente, y verse portador de un elevado potencial. No
olvidemos que con el Fuego éramos instrumentos inconscientes al servicio de la
divinidad. Ahora ese grito primigenio del ser que nace sin propia
identificación, adquiere una referencia y se cree poseedor de unos valores que
le diferencia de los demás. Ese sentimiento le lleva a la división, al egoísmo,
y por lo tanto al sufrimiento.
Pero igualmente, será por esa "puerta", que ha de
elevarse a lo superior y será con plena conciencia de la unidad, que lo
logrará.
Si en el Primer Día de la
Creación , emergió la
Oleada de Vida Humana, y se recibió el germen del Cuerpo Físico
junto al Espíritu Divino (Ego-Kether), en el Segundo Día aparece una nueva
Oleada, la Animal , al
tiempo que recibimos en estado germen un nuevo cuerpo, el de Deseos, y la
capacidad de expresar el Espíritu de Vida (Ego-Hochmah).
Gracias a estos vehículos, el hombre adquiere una nueva capacidad,
la de sentir y amar, la de elevarse y sublimarse hasta conectar por vía emotiva
con el estado más elevado, la
Divinidad.
Los trabajos del Elemento Agua, lo veremos expresados a nivel
psicológico con el estudio de los signos: Cáncer, Escorpio y Piscis.
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